¿Diferente o inconveniente?
Nos cuesta aceptar la diferencia, tanto que acabamos recelando de lo diferente ya sea humano o idea, como si se tratara de algo extraño. Pongamos un ejemplo: ese joven en la Universidad que no acepta la evolución como hecho consumado, sino como una teoría no probada y no probable. Nadie puede discutir sus razones, pero... no se aviene al espíritu indiferente con el que se acepta lo comúnmente aceptado y eso... molesta. Supongamos que además también es crítico con la historia que se cuenta o con las tradiciones de la mayoría porque busca la verdad probada en todas las cosas; la verdad comúnmente aceptada puede que no tenga nada de verdad, pero si es nuestra verdad escuece reconocerlo.
Lo más probable es que ese joven acabe orillado, si no marginado, por el conjunto, y en algún caso calumniado. Dentro del conjunto, algunos se drogan, o son adictos al botellón, hay quien tiene un conflicto con su realidad sexual, otros apuntan ya un futuro de violencia, ahora son abusones y más adelante se adueñarán de la voluntad de una joven o pondrán en peligro su vida, pero de momento todos siguen sin demasiados problemas en el conjunto. El joven crítico con lo que no es verdad, o con los valores vinculados al materialismo, la violencia o la inmoralidad, está siendo catalogado de facha, de antisocial y de gilipollas. Pues no, no debería verse como a un extraño, en todo caso como a alguien capaz de aportar mucho en positivo al conjunto, pero... el conjunto no lo acepta. ¿Por qué? Porque es más fácil de aceptar lo ya acomodado al conjunto que cualquier verdad que lo incomode.
Se está acercando una etapa que pondrá a prueba nuestros valores humanos como no ha sucedido antes. Quizá ha llegado la hora de examinarlo todo y reconocer la verdad esté donde esté, aunque nos sea incómoda. “Entrad por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por él; mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13,14).
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