Solidaridad, o puro fariseísmo
Toros sí, toros no; fútbol las veinticuatro horas del día, practicado por profesionales de la cosa, pagados a años luz por encima de ninguna otra profesión, técnica, científica o manual; el precio de la energía por las nubes; las calles de nuestras ciudades llenas de pedigüeños y gente sin techo dando su espalda a todo ese bosque de negocios cerrados persiana abajo, por cierre definitivo; nuestros jóvenes con la mayor tasa de paro de toda la UE y viviendo en casa y a costa de sus padres en edades que ya deberían estar hace años ganándose su pan y su futuro; y así todo un rosario de calamidades que deberían preocuparnos.
Por si todo esto que nos pasa o tenemos, fuera poco, ahora nuestro país haciendo gala, a mi entender, de querer presumir de ser solidario y más grandón que ningún otro, envía aviones del Ejército del Aire a un país como es Afganistán, que ni es europeo, ni tiene nuestra cultura, ni nuestra religión, ni nada que nos vincule con los habitantes de esa parte del mundo, no a repatriar a quienes teníamos allí cumpliendo con la misión que la OTAN o el llamado “gendarme del mundo”, les había encomendado, sino que al grito de “venga, venga, España, España”, se intentaba llenar los aviones deprisa y corriendo sin ningún control de cuantos pudieran subir a los mismos.. Ya sé que nuestra condición de cristianos nos obliga moralmente a ser solidarios y compasivos con el necesitado, pero todo debe hacerse, a mi entender, dentro de un orden y con arreglo a nuestras posibilidades, y yo al menos, ese orden no lo veo por ningún sitio. Si los españoles podemos sentirnos en deuda con alguien, si acaso, será con los países hispanoamericanos, pero que alguien me diga, ¿qué deuda tenemos nosotros con Afganistán? Fuimos allí forzados por la OTAN y los EE UU, que, a mi entender, guiados por el Antiguo Testamento, querían aplicar el “ojo por ojo” en respuesta a lo que injustamente les había pasado con los atentados de las torres gemelas, y en lugar de haber dado una respuesta similar a lo que les había pasado, nos involucraron en una guerra injustificada de veinte años de duración, para al final, salir de allí como el zorro amedrentado, de prisa y con el rabo entre las patas. Yo pregunto, ¿dónde queda la función de tanto funcionario de alto standing de Naciones Unidas y otros organismos internacionales que permiten esa especie de éxodo sin control ni destino o meta de ningún tipo tal como estamos viendo? ¿Dónde está la solidaridad de los países ricos musulmanes, que parece que están mirando para otra parte gastando ingentes millonadas en equipos de fútbol europeos mientras sus correligionarios son perseguidos y obligados a ponerse a salvo en Europa, continente ajeno a sus costumbres, cultura y religión? No lo puedo entender. Como suele decirse “doctores tiene la Iglesia” y en este caso supongo que todo el Vaticano que tiene bastantes, algo tendrá que decir.
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