Y los políticos siguen viajando en business
Llevo varias semanas leyendo las informaciones de LA NUEVA ESPAÑA referidas a la Autovía del Cantábrico. Al hilo de esas «crónicas de la última agonía», me fueron viniendo a la cabeza algunos hechos que, aunque anecdóticos, no dejan de resultar esclarecedores de la situación que en términos económicos estamos viviendo.
Durante el mes de junio pasado, viajando en el puente aéreo de Barcelona a Madrid, mientras leía en la prensa la batería de medidas que el Gobierno quería implementar para contener el gasto público, observé cómo en la clase business viajaba el conseller de Economía de la Generalitat de Cataluña, señor Castells. Por un momento pensé que era poco congruente el intentar, por un lado, ajustar el gasto público a través de la reducción del salario de los funcionarios y la congelación de las pensiones y, por otro, viajar en primera clase para un trayecto que dura escasamente 40 minutos. Me tranquilicé pensando que quizás el señor conseller no estaba al tanto de la situación económica que azotaba a España.
Sin embargo, a los pocos días, en el trayecto de Madrid a Oviedo, también observé cómo el señor Álvaro Cuesta, diputado en el Congreso, viajaba en la misma clase, para otro trayecto que dura como máximo 45 minutos. Continué pensando que quizá tampoco estaba al tanto, no ya de las medidas mencionadas, sino de los futuros recortes en inversión de obra pública. No era un consuelo, pero al menos podía ser una explicación factible.
Ahora bien, donde realmente adquirí conciencia de la realidad fue en las sucesivas semanas, donde pude ver a los señores Celestino Suárez, diputado al Congreso, e Isidro Fernández Rozada, senador, viajar en business para el mismo trayecto Madrid-Oviedo. En alguna ocasión coincidieron con el señor Luis Martínez Noval, que según creo está en el Tribunal de Cuentas y también viaja en business, por lo que deduzco que es una práctica habitual, tanto en la clase política como en los cargos de designación política.
Si estos viajes se realizan a título personal, no hay nada que decir. Pero si son consecuencia del cargo que ocupan, la única explicación que encuentro es que o no leen los periódicos o no asistieron al Congreso y al Senado cuando se debatieron las medidas que se están aplicando en la actualidad como consecuencia de la situación económica en que se encuentra nuestro país.
En aras de una mínima congruencia, no se puede pedir a los ciudadanos austeridad y sacrificios (subida de impuestos y del IVA) y a la vez incurrir en gastos onerosos con cargo al erario público. Máxime cuando estamos hablando de trayectos cuya duración no llega a una hora.
Sinceramente creo que ha llegado el momento de revisar las prebendas de las que goza nuestra clase política en todos los estamentos (nacional, autonómica y local) y ajustarlas no ya a la realidad que estamos viviendo, sino al sentido común y al efecto ejemplarizante que también deberían ejercer en la sociedad.
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