Un turismo sostenible
Ante el contenido un tanto triunfalista del editorial publicado el pasado domingo en este periódico, titulado "El turismo postcovid, un filón para Asturias", y de otros titulares en la misma línea como "Sobresaliente de los visitantes a la región" , entiendo que cabe hacer unas cuantas reflexiones para poner en su lugar la actual situación del turismo en Asturias, al menos en su zona oriental.
En primer lugar, destacar que todos tenemos que estar satisfechos de que el turismo sea una palanca fundamental e imprescindible para el desarrollo económico y social de Asturias, pero, una vez dicho esto, es necesario manifestar que el mismo está creciendo de una manera desaforada e incontrolada, sin una buena planificación y regulación que ponga los límites máximos necesarios para que sea viable a medio y largo plazo, respetando de esta forma ese entorno tan privilegiado que afortunadamente tiene esta región. Solo hay que ver la masificación que se está produciendo en determinados tramos de los ríos y de algunas zonas que deberían estar especialmente protegidas desde el punto de vista medioambiental, en la que existen incluso algunas actividades económicas asociadas de dudosa legalidad.
En segundo lugar, es necesario resaltar lo arriesgado que puede ser el enfocar la casi totalidad del peso de la economía de la región al sector servicios, economía basada en gran parte en el turismo y en la actividad inducida que el mismo produce (en torno al 77,2% del empleo total en Asturias se dedica al sector servicios, según el INE). Es necesario crear una estructura productiva que compagine estas actividades con otras industriales, o del sector primario, que sean punteras desde el punto de vista tecnológico y respeten el medio ambiente. El apostar toda la partida a una sola carta puede salir muy bien, pero puede ser un fracaso estrepitoso si la misma no resulta ganadora. Precisamente con esta pandemia se ha demostrado que el dedicar gran parte del desarrollo del país a este sector económico es tremendamente peligroso, dado que cuando hay una contracción brusca en la demanda se produce una crisis de gran calado.
Por último, y como reflexión final, estimo que es necesario activar los mecanismos de regulación y control necesarios para que de una forma constructiva y permanente se garantice que las cosas se hacen bien dentro del sector turístico, y que las actuaciones futuras respondan a una auténtica planificación aséptica, alejada de los intereses partidistas de algunos sectores interesados de la sociedad asturiana. Necesitamos una ciudadanía activa y autocrítica que cuestione permanentemente las decisiones y actuaciones relacionadas con este sector económico. De esta manera se podrá conseguir un turismo equilibrado y sostenible, y unas comarcas turísticas que mantengan su anterior encanto, perdido ya en gran parte, al existir en la actualidad lugares que pueden asimilarse bastante a otras zonas turísticas un tanto horteras de otras partes de este país. Hay que alimentar a la gallina de los huevos de oro, pero no hay que obligarla a que ponga tantos huevos que al final la misma muera por agotamiento. Tenemos ejemplos muy palpables de lo que hace la sobreexplotación de cualquier actividad, como es el caso de La Manga del Mar Menor, que ha pasado de "paraíso natural" a poco menos que una cloaca, y todo esto por la inacción de los políticos y de la propia sociedad de la zona.
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