Una pequeña victoria
Una pequeña pero significativa victoria para los movimientos pro vida ha significado el reciente dictamen de la Corte Suprema de los Estados Unidos, por cinco votos contra cuatro, de no paralizar la entrada en vigor de la ley "Heartbeat" aprobada en Texas, que habían intentado parar de urgencia los grupos feministas y proabortistas. Esta ley supone, grosso modo, que no se puede abortar un bebé desde el momento en el que su corazón empieza a latir, lo que supone un margen aproximado de 6 semanas.
Revisando las reacciones de los medios de comunicación, la pauta general a la hora de dar la noticia es calificarla de retroceso, de fascista y ultrarradical; salvo excepciones, no hay un análisis más o menos ecuánime de la noticia puesto que, tal y como se dice en el informe Matic, aprobado por el Parlamento Europeo, el aborto se considera un derecho inalienable y ya nadie habla de la vida del feto, de una vida que se niega y de la que ni los padres ni el Estado son dueños. En vez de plantear alternativas para los matrimonios y parejas que quieran proseguir con el embarazo o fortalecer las estrategias de planificación familiar o los programas de educación afectivo-sexual, solo se permite abortar cuando no se puede o no se desea continuar con el embarazo. Seguramente, por lo menos en España, que la solicitud de aborto por una violación es mínima y parece que se ha convertido en un método anticonceptivo más, tal vez consecuencia de la banalización de las relaciones sexuales, que se han convertido en una mera actividad lúdico-festiva y de disfrute narcisista.
En relación con el informe presentado por el eurodiputado Perdag Matic, que ha sido aprobado en forma de resolución por el Parlamento Europeo, este supone la entrada, de tapadillo, de una norma no aprobada por los países miembros que, según los Estatutos de la Unión, tienen total competencia sobre asuntos de salud. Digo norma porque con la aprobación de resolución se crea un precedente sobre el que se puede apoyar la creación e imposición de otras normas sin la aprobación expresa de los países miembros, así como las resoluciones judiciales.
En esta resolución, además de definir al aborto como un derecho universal e inalienable, sin tener en cuenta ni la vida futura ni sus proyectos, y eliminar al padre de la ecuación del embarazo, relegándolo a mero polinizador, se elimina el derecho de los médicos a la objeción de conciencia. Según he deducido, esto se consigue porque, conceptualmente, se considera el embarazo como una "enfermedad" y si un médico se niega al realizar un aborto estaría incumpliendo su juramento hipocrático.
En consecuencia, la entrada en vigor de la ley Heartbeat es un pequeño triunfo en una guerra por la vida, larga y difícil.
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