Las injusticias de la justicia
En una de sus comparecencias públicas durante su reinado, concretamente en las Navidades de 2011 y a propósito del "caso Nóos", que acabaría con su yerno, Iñaki Urdangarín, en la cárcel, el entonces Monarca manifestó, y recalcó, que la justicia debería ser igual para todos. Lo hizo, quizás, pensando que si algún día él se encontraba en esas circunstancias, desearía ser tratado como a un "igual", desprovisto de cualquier privilegio que no fueran los inherentes a su cargo y responsabilidades.
La inviolabilidad, un privilegio que está fuera de toda duda y que nadie cuestiona, le ha evitado a Juan Carlos I ser investigado, procesado y juzgado por los hechos anteriores a su abdicación, el 19 de junio 2014. Sin embargo, y a pesar de que ahora podría ser procesado y juzgado, si hubiera fundadas razones para ello, la Fiscalía General del Estado se está mostrando muy cauta, y a pesar de los indicios, no parece decidida a actuar, pero sí ha pedido formalmente a la Fiscalía Suiza una información sobre las actividades presuntamente opacas del Rey emérito.
La respuesta del abogado de Juan Carlos I no se ha hecho esperar, manifestando airadamente que se está conculcando el principio de presunción de inocencia que ampara a todos los ciudadanos, lo que viene a significar que, en este caso, la justicia no está siendo justa, y que no es, por tanto, igual para todos, porque si lo fuera, estaría tratando al exmonarca como a un ciudadano más, y evidentemente, no lo está haciendo.
A Juan Carlos I ya se le ha condenado "moralmente", pero uno se pregunta por qué no se le juzga como a cualquier hijo de vecino, y no encuentra otra respuesta que no lo hacen precisamente porque no lo es, porque hasta anteayer era un santo y hoy ya no lo parece tanto, razón por la cual, la Fiscalía General del Estado procede vacilante ante un asunto que le quema entre las manos.
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