Manolo García Linares, hijo adoptivo de Oviedo
Como ciudadano de esta noble ciudad de Oviedo, séame permitido adherirme cordialmente a la muy justificada propuesta de nombrar al artista, pintor y escultor D. Manuel García Linares, oriundo de la fecunda y rica tierra de Navelgas, como hijo adoptivo de la ovetensía toda. Esa villa de Navelgas, tal como a ella el artista ha guardado fidelidad de cariño entrañable, enriqueció su iglesia con una de sus mejores obras, uniendo al niño Aylan y la Virgen de la Caridad o del Cobre, salvando a los marineros en peligro de perecer. Esta obra, de tanta valía espiritual y humana, toma como tema emotivo al niño que yace muerto sobre las arenas de una playa desconocida e inhóspita, en un lugar de este triste universo, que deja expuestos a los seres mas débiles al abandono de toda la humanidad. El niño Aylan, con la suela de sus zapatos gastada de tanto andar por los recovecos de esta tierra de amarguras, dio la vuelta al mundo y es paradigma de la insensibilidad de los humanos hacia el dolor de los demás.
Manolo García Linares, humanista cristiano y artista de la más encumbrada magnitud, situado hoy en las cimas del arte, con su cuantiosa obra de escultor y de artista ha dejado en la ciudad de Oviedo su sello y categoría de la más genuina estética con algunas de sus obras que dan lustre y esplendor a esta ciudad de carbayonía, orgullosa de su pasado de glorias y nobleza en grado sumo.
Sumario: Adhesión dirigida en forma al Alcalde de Oviedo
Destacado: Manolo García Linares, humanista cristiano y artista de la más encumbrada magnitud, ha dejado en la ciudad de Oviedo su sello y categoría de la más genuina estética con algunas de sus obras
El artista Manolo Linares es merecedor de un reconocimiento por parte de la Corporación municipal de Oviedo, expresando su agradecimiento y acogida a quien, no siendo hijo por su nacencia, lo es por sus merecimientos para con nuestra urbe. En efecto, los pasos en los caminos jacobeos vinculan, con estrecho lazo, el nacimiento del artista en el pueblo de Navelgas con el cariño y afecto a esta gran ciudad de Oviedo, urbe que se gloría del origen y meta abierta a todos los caminos de la historia, hacia un abrazo de acogida a todos aquellos que puedan considerarse merecedores de gratitud y mérito, como es el caso del artista, pintor y escultor, Manolo García Linares, que, a su nombre de pila Manuel, une los apelativos que le honran en la memoria implícita de su padre (García) y de su madre (Linares), origen de su nacencia navelguense, que, con todo el cariño del alma, ha hecho de Manolo prolongación hacia la condición nueva de ser hijo adoptivo para esta ciudad de Oviedo. En estos momentos, yo con todo el cariño del alma, tengo el gusto de adherirme y con todo afecto me adhiero a la Corporación ovetense, que espero tenga la sensibilidad de que sea capaz otorgando a D. Manuel García Linares el título de hijo adoptivo de esta muy noble ciudad de Oviedo.
Además de otras obras de Manolo Linares que deseo realzar, merecedoras para otorgarle la condición de hijo adoptivo, están sus exposiciones y presencia continuada en el mundo artístico ovetense, exposiciones antológicas como la que ennobleció el marco esplendoroso de la Universidad de D. Fernando Valdés Salas, “Recorridos y miradas”. Menciono, además, a modo de ejemplo, la escultura de D. Luis Riera Posada en el marco grandioso de la pequeña plaza de la “Catedral del Ensanche”, iglesia basilical de San Juan Bautista. También me fijo en la folclórica y evocadora imagen de “La Lechera”, en un Oviedo que aún sigue siendo aquel del ayer pasado, con proyecciones al hoy del presente y al mañana del futuro. Asimismo, no puedo soslayar el recuerdo al tan asturiano motivo como es el “Adiós, Cordera” del genial Leopoldo Alas, “Clarín”.
Con este nombramiento de hijo adoptivo, Manolo Linares recibirá gloria, sí, pero sobre todo proyectará, en devolutivo abrazo, sobre la ciudad de Oviedo, la que se enriquecerá con el buen quehacer y entrega al ennoblecimiento de las Artes de la Pintura y la Escultura, en que es maestro Manolo Linares, culmen de sencillez y bonhomía, al que espero pronto celebrar, “Hijo Adoptivo” de nuestro Oviedo.
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