La sensación de vivir
Es curioso que el instante tenga dos acepciones tan distintas. Por un lado, se considera como un periodo de tiempo muy breve, casi imperceptible, y, por otro, como el tiempo puntual en el que sucede algo. Y es precisamente ese algo que sucede, y que se percibe, en un determinado momento y en un determinado instante lo que hace que podamos sentir el curso de la vida, en cualquier circunstancia, porque la vida no es el pasado, ni el futuro, ni siquiera el presente, la vida son momentos, instantes, sensaciones.
Sensaciones. Sobre todo sensaciones que se van produciendo, momento a momento, y que son recogidos por los sentidos y nos hacen vibrar, nos hacen ser conscientes de lo que nos va ocurriendo a medida que pasa el tiempo, el tiempo que respiramos y que, en definitiva, vivimos.
Pero si lo hacemos anclados en el pasado o pensando solo en el futuro, sin disfrutar no ya el presente, sino el instante, los momentos que se van sucediendo, que son lo que le dan sentido a nuestra existencia, nos estaremos perdiendo la sensación de vivir, minuto a minuto, segundo a segundo, porque la vida es efímera, como el paso del tiempo, y por eso tenemos que saborearlo, degustarlo, con pasión, y sentirlo, con emoción.
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