Acosada por ir a reciclar
Sucedió una mañana de este agosto en Oviedo. Llegué al punto limpio del polígono del Espíritu Santo y tres personas, una de ellas sin ropa de cintura para arriba, me detienen el paso y me vocean para que pare.
Tres personas que a buen seguro están contentas con su situación de persuadir al ciudadano, pedir los aparatos eléctricos, los enseres, las ropas... y escupir en el suelo si una no se aviene a dar nada a esos extraños recicladores.
Como tenemos que ser muy correctos para que nadie se sienta ofendido, esas personas que se colocan a la entrada son de etnia minoritaria, con todos sus derechos pero con todas su obligaciones.
Y si nadie hoy queda atrás, quiero decir sin subsidios, que los pagamos todos, expliquen desde Cogersa por qué no están persuadidos ni denunciados.
Por Asturias vengo cada verano, y el pasado ya estaban con las mismas intenciones a la entrada del punto limpio. Nadie ha hecho nada para mejorar las cosas en un año, y aunque intenté hablar con la gerencia fue imposible. Todo igual.
La calle parece un desguace, residuos en montones, destrozan las posibles utilidades futuras, cristales en las aceras, verdadero asco de imagen.
La sensación de arreglar el mundo con palos en las ruedas es evidente.
Intentaré tomarme la molestia para ir a Mieres o Grado a reciclar, gastando combustible de más y tiempo, para evitar la pérdida de paciencia y el denigrante retrato de unas personas que no pueden integrarse en esta sociedad cívica y responsable.
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