Marino Galán. 3 años de ausencia
De todos es sabido que las efemérides permiten traer al presente, e incluso a la vida, personas que ya no están. Hoy, 3 de septiembre, hace ya 3 años que no contamos con la presencia física de Marino Galán Braña, una de esas personas que no dejan impasible a quien con él han compartido algún trayecto de este periplo vital.
La fortuna quiso que se convirtiera en mi suegro y, a pesar de ello, una referencia fundamental en mi vida.
Lo conocí en el año 1995. Su apariencia, más delgada de lo que realmente era, su mirada afilada y profunda, su escaso pelo canoso y esa gorra le otorgaban un aspecto bohemio, singular y genuino, nada artificial, que en este caso sí se correspondía con la realidad. No así ese aire despistado que de manera intencionada en ocasiones mostraba paseando por el muro de la playa de San Lorenzo.
No hacía falta pasar mucho tiempo junto a él para vislumbrar una mente brillante, inquieta, ilusionada e ilusionante por cuanto acontecía a su alrededor. Cada vez que lo veía, un nuevo proyecto; sin prisas, pero sin pausa, que es la manera en que más cunde la vida. Gran conversador, de los que sí escuchan, y contador de historias, sabía entretejer perfectamente pasado, presente y futuro. Su agudeza, su sentido del humor y su ironía se filtraban inevitablemente en todas sus intervenciones y escritos.
Con el tiempo descubrí que ciertas actitudes, no siempre ortodoxas o entendidas, y que en su mayoría iban dirigidas a con quien compartía su vida y quería (entre los que me incluyo), tenían mucha más carga de profundidad e intención de lo que a simple vista podía parecer. A menudo, me sorprendo, interiorizando alguna de sus reflexiones, inadvertidas por mí en su momento.
Abogado, especialista en derecho marítimo, secretario de la alcaldía de Gijón, profesor, historiador, columnista de este periódico,... pero de profesión artista. Con una sensibilidad especial en su manera de observar el mundo y de plasmarla sobre lienzo o papel, tenía un don natural para la pintura. Su obra, distinguida, de autor, no puede ocultar su atracción por el mar; se encuentra diseminada por las casa de amigos y familiares y afortunadamente mantiene vivo su recuerdo. Su otra obra: su mujer, sus hijas y cuantos le conocimos bien, no lo olvidamos.
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