Con el culo al aire
Tres tíos o tíes quedan en un apartamento de Malasaña para jugar una partida, pasablemente arriesgada, de juegos prohibidos. El mozalbete que llevó la peor parte, con la sangre y el escozor, se asustó y acudió al médico. El médico limpió, desinfectó y suturó; pero además tuvo que redactar un "parte de lesiones" verosímil, pues un resbalón en la ducha te puede dejar un moratón en el trasero pero difícilmente una inscripción en letra gótica y "con tinta indeleble", como el prólogo al "manifiesto del Partido Comunista" redactado por la ministra que quiere ser "hipsipila que dejó la crisálida".
De vuelta a casa con el Betadine, el esparadrapo y las grapas, el mancebo vulnerado tenía que dar explicaciones a su pareja, que no había sido invitado a la partida. Un socio en todo caso más inquisitivo que el médico que lo trató. En ese aprieto de llevar al novio de la desazón y la sospecha a la cólera solidaria, nace el relato del ochote infernal con capuchas y sudaderas negras que tuvo convulsionada a la clase política española. El detalle tétrico de las "sudaderas negras" lo adelantó el diario de I. Escolar, que maneja el sismógrafo más sensible que se pueda encontrar en el mercado chino para detectar la más mínima movida fascista. Ya se sabe, en el Madrid de Ayuso como en la Oklahoma del Ku Klux Klan.
Irene Montero salió rauda, enarbolando el pendón del "discurso del odio"; no podía dejar pasar esta gallina sin hacerla caldo. Un minuto después, cabalgaba con ella Grande Marlaska y, a punto de declarar el "estado de alarma", empuñaba el timón el Gran Timonel. La clave de tanta precipitación la libraba Esther Palomeras en "La noche en 24 horas": PSOE y Podemos pugnan por traer a su órbita al colectivo LGTBI. Lo de Irene no tiene remedio; galopa sin bridas y sin estribos tocando el tambor del llano. En cambio, del ministro del Interior cabía esperar que se informara de la Policía, y del presidente del Gobierno que se informara del ministro, antes de tirarse ambos a una piscina sin agua.
Así fue como un episodio cutre, propio de la prensa amarilla, se convirtió en un episodio nacional en el que el presidente del Gobierno, el ministro del Interior y la ministra de Igualdad quedaron con el culo al aire. Qué monos o mones. Sin embargo las concentraciones se mantienen: "Sobran motivos". Por ejemplo, ¿Que el sadomasoquismo es un subproducto de la represión heteropatriarcal? Dios nos coja confesaos.
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