Empecinamiento de la FP

"O formas parte de la solución, o serás parte del problema". Tengo plena convicción de que el sistema formativo hace 50 años que forma parte del problema. Mi convicción parte de que, estando acabando una ingeniería técnica, me puse a hacer unos cursillos de la formación permanente que se ofrecían para ingenieros técnicos en la Universidad Laboral de aquella época en Gijón: supe entonces que era mucho lo que aún necesitaba aprender. Poco después me puse a trabajar en una acería: supe que mi ignorancia era absoluta en los temas y problemas a los que tenía que enfrentarme a diario. Tras varios años trabajando y aprendiendo en tecnologías como oleohidráulica y neumática, vi la oportunidad de formar parte de la solución entrando como profesor de automatización oleohidráulica y neumática para la formación permanente del Ministerio de Trabajo. A lo largo de todos esos años como profesor (37 años) y de los que llevo jubilado (7 años), siempre me he topado con el mismo empecinamiento en el sistema formativo: el negacionismo de la realidad afirmando que no se necesitaba más que lo que ellos ofrecían. Vivimos (al menos en lo formativo) en un mundo de ensueños mágicos absolutamente fuera de la realidad práctica industrial que facilita el progreso. La prueba de ello es la satisfacción que se tiene al presentar la nueva ley de la FP (con sus cinco "grados" A, B, C, D y E) como una matrioshka para ir acumulando formación a lo largo de la vida. Lo cual está pero que muy bien, pero créanme que tales "grados", como las matrioshkas, son solo eso: bloques separadores pintados con un trampantojo que engaña, porque cada uno solo encierra más de lo mismo. No sean negacionistas, asuman el Marco Europeo de Cualificaciones tal cual es, con sus ocho niveles verticales y sus cuatro progresiones horizontales hacia la ocupación laboral: conocimientos teóricos, conocimientos fácticos, destrezas cognitivas y destrezas prácticas. Señores míos, todos los conocimientos están constituidos por ladrillos u objetos didácticos, y esos ladrillos han de encajar en alguna de las 32 casillas (8 niveles por cuatro de progresiones hacia la ocupación) que establece el Marco Europeo de Cualificaciones (EQF en sus siglas en inglés). Obviamente las casillas están llenas de pasarelas a las adjuntas (aunque sean de otra materia) y cada objeto didáctico requerirá haber superado otros previos de igual nivel (progresión horizontal) o de más bajo nivel (progresión vertical). Agrupándolos se construirán cursillos (de mayor o menor duración según convenga) configurando itinerarios. Obviamente también hay una taxonomía de formatos para generación de conocimientos y su impartición dentro de un mismo nivel (ahora sí que por tipos de tamaño, y repito dentro de un mismo nivel, hay algo de matrioshka): curso o conjunto de cursillos, cursillos o conjunto de módulos formativos (uno mínimo), módulos formativos de mínima acreditación profesional o conjunto de unidades didácticas, unidades didácticas con sus objetivos operativos o conjunto de objetos didácticos. Esta claro que transitar entre la universidad y la FP se realizaría sin problema alguno por las pasarelas entre las 8 casillas (de las 32 del EQF) existentes entre dos niveles: uno universitario y otro no universitario. El propio EQF establece que dentro de sus ocho niveles verticales los cuatro últimos son los del plan de Bolonia: ciclo corto, primer ciclo, segundo ciclo y tercer ciclo. Claro está que aquí el sistema universitario no parece aclararse con lo que pueda ser el ciclo corto, y por tanto no se sabe si la frontera será aquí entre el nivel 5 y el nivel 6, o como en el plan de Bolonia entre el nivel 4 y el nivel 5. Sin embargo, de lo que deben preocuparse todos los agentes formativos es de generar los contenidos formativos y de encajarlos como ladrillos en esas 32 casillas del EQF (si alguna casilla tiene pocos ladrillos u objetos didácticos, no se preocupen, estará ahí para cuando los haya). Así ya no habrá fronteras para transitar entre casillas mediante cursillos. Porque habrá muchos tipos de cursillos y de discentes dispuestos a pagar por progresar por las 32 casillas del EQF a todo lo largo de su vida, y muchos agentes formativos dispuestos a ofertar la formación, como negocio y previo pago, para la promoción profesional y la mejora de las retribuciones.

En resumen señores, sospecho que alguien o algo va a cargarse estructuralmente el sistema formativo público español. No me sorprende que la Universidad de Oviedo quiera gestionarse como empresa de servicios a las empresas y crear un fondo de inversión para poder progresar y ser de utilidad. Pues, por mucho que se presente la nueva ley de la FP con palabras biensonantes como innovación formativa y demás, y además se la dote de miles de millones, resulta que sin una oferta clara usando los términos del EQF, todo es banalidad: será siempre parte del problema y nunca de la solución. ¿Los millones? A la piñata de la dualidad: ninguna crítica habrá desde los AASS mientras goteen fondos desde arriba. Ellos pasarán a ser parte de su propio problema (buena jugada política), pero el esfuerzo de la sociedad será mayor.