De pregones y pregoneros
Durante este caluroso verano, los problemas más acuciantes que aquejaron a los representantes de las instituciones locales y provinciales han sido fundamentalmente las programaciones culturales de Oviedo y Gijón, a juzgar por los ríos de tinta intercambiados, derrochando toda suerte de calificativos como si los localismos fueran su máxima preocupación.
En mi modesta opinión pienso que habrá personas que por sufrir problemas de índole variada (físicos, económicos, etcétera) no pueden moverse de su localidad; por lo tanto, si en ella tienen a disposición una variada oferta de actividades mejores o peores que otras, podrán disfrutar sin hacer desplazamientos, teniendo en cuenta que los organismos hacen sus programaciones con los impuestos de sus vecinos.
A tenor de este comentario personal, lo que me asombra es que los autores de tantos dimes y diretes siempre ven la paja en el ojo ajeno y nunca la viga en el suyo. Por qué, ¡cómo es posible que cuando se está trabajando tan intensamente para que Oviedo se alce en 2016 con la capitalidad cultural no se haya encontrado para pregonar las fiestas de San Mateo nada más que a «Los Morancos»! Tenemos una Universidad que lleva más de 400 años de andadura, el Real Instituto de Estudios Asturianos, la Fundación Príncipe de Asturias, etcétera, etcétera; contamos con personas importantes en todos los campos: música, periodismo, deportes, por citar algunos ejemplos, y parece extraño que no haya nadie cualificado para asomarse al balcón de la Casa Consistorial y hacer de pregonero. En otras ciudades y clubes recreativos no tuvieron problemas para encontrarlo. Puede ser que «venda» un pregón con una serie de «babayadas», por no utilizar otro término, pero la calidad no está reñida con el humor y el buen gusto.
Quizás aprovechando las rebajas de verano «Los Morancos» ofrezcan un pregón «anticrisis» a precio de saldo. Pero ni aunque así fuera ciudad que aspira a ser capital de la cultura 2016 merece tales pregones.
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