Ribadesella, entre el caos y la angustia

Soy de la convicción de que, para la mayoría de los vecinos de Ribadesella, los últimos años han sido más que suficientes para que las administraciones autonómica y estatal pudieran sopesar los pros y los contras (o el coste y el beneficio) que conllevaría una remodelación del viejo puente sobre la ría del Sella, o, en su lugar, la construcción de un nuevo puente, al ser adoptadas como solución de futuro para el problema del principal vial que une nuestras dos orillas.

A modo de ejemplo de tan arduo debate entre las distintas partes que en el mismo participan, quiero acompañar aquí los siguientes ocho titulares aparecidos en la prensa regional en los últimos tiempos:

1) “Fomento cambia de postura y acepta crear un nuevo puente en Ribadesella”. El responsable del área de Fomento en Asturias, Manuel Peláez, reconoció que “desde la Dirección General de Carreteras se apuesta ahora por construir un nuevo puente en Ribadesella”

2) “Álvaro Cuesta anuncia el inicio de un nuevo puente para este mismo año. Y, al igual que los conservadores –PP presidido por José Miranda–, Ramón Canal también apuesta por mantener el viejo viaducto para convertirlo en prolongación de los paseos existentes en el muelle y la playa. Sí, un espacio de ocio con balcones al Sella, para los pescadores, arbolado y jardineras”.

3) “La FSA garantiza el inicio del nuevo puente para Ribadesella. Javier Fernández afirma que el proyecto cuenta con presupuesto... Y apuesta por no remodelar el puente antiguo, como se barajó en un primer momento”.

4) “PSOE y PP reciben satisfechos la noticia de la construcción del nuevo viaducto”.

5) “Ramón Canal avanzó ayer que las obras del nuevo puente se licitarán en el primer trimestre de 2008”.

6) “Tanto PP como PSOE apuestan por conservar el puente para uso exclusivo de peatones”.

7) “El PP quiere conservar el viaducto como pasarela peatonal y critica la pasividad del Gobierno local ante el retraso de la construcción del nuevo puente”.

8) “El PSOE promete enmendar el Presupuesto del Estado para incluir el puente del Sella. El nuevo puente sobre el Sella sigue en el aire”.

De aquellos ocho titulares de prensa aparecidos a lo largo del tiempo ninguno nunca fue desmentido, sino que además coincidían plenamente con los últimos puntos de vista y criterio de los urbanistas que estudiaron las normas subsidiarias de Ribadesella y dictaminaron lo siguiente:

“La conveniencia de un nuevo puente es concebida como solución al endémico problema de la dependencia de la carretera de la Costa y del puente de la Villa, ya que los accesos principales de la Villa se colapsan con preocupante frecuencia, debido a que el coche llega a adentrarse demasiado en el tejido urbano denso. Y si a esto unimos el volumen de aparcamiento –tanto endógeno como exógeno– no cubierto, el caos es seguro”.

Dicho todo lo anterior, de mantenerse el viejo puente como vial destinado al tráfico rodado (¡como parece ser hoy la intención de la actual Corporación municipal!), una idea contraria a una solución idónea quedaría en evidencia ante la opinión pública:

El viejo puente es –y sería– una permanente chimenea de altos hornos cargando de contaminación y peligros nuestra pasarela y entorno a lo largo de un par de kilómetros (?), en sus dos únicos carriles, de caravanas de coches lentísimas; caravanas que, al ir en direcciones opuestas, pueden llegar a sumar un promedio de 350 a 400 tubos de escape libre, cuyos gases irán a parar directamente a nuestras propias narices y las de nuestros hijos… Una dinámica de tránsito en la que los tubos de escape –los motores– van avanzando y siendo sustituidos constantemente por los que vienen detrás de los primeros sucesivamente.

Y todo ello con un resultado inalterable: por mucho que ensanchen las aceras (según la reforma ahora prevista), este jamás podrá eliminar la chimeneona que provocarán las caravanas de doble sentido, ni –con ella– una contaminación que, previsiblemente, con el tiempo irá a mucho más si los dos carriles de coches resultan definitivos.

Y sin embargo: si el viejo puente se convirtiese en avenida recreativa parcialmente techada y exclusivamente peatonal (con carriles-bici incluidos), esta sería compartida con los carritos de los bebés, con las sillas de las personas discapacitadas y para que pequeños y jóvenes puedan disfrutar de ella subidos en sus patinetes o similares. O para que los más mayores puedan usar sus vehículos adaptados; y sin olvidar a los más entrados en años, que echaremos una ojeada a ver dónde están situados los bancos o las sombras de los arbustos...

Todo esto sería imposible con dos carriles de coches, camiones y tractores y la chimenea a pleno gas. En resumen:

Si las autoridades estatales, autonómicas y locales –más la Dirección General de Carreteras– maduraron durante quince años la determinación de construir un nuevo puente y no remodelar el antiguo (como se barajó en un primer momento); y si, además, sus puntos de vista confluyen felizmente con los de los urbanistas contratados por el Ayuntamiento para actualizar nuestras normas subsidiarias (y con los anhelos de los riosellanos, cuyos puntos de vista ya fueron expresados en su día por los alcaldes del PP y el PSOE y a lo largo de los años)... parece de sentido común aprovechar esa unanimidad para que la Dirección General de Carreteras retome el nuevo puente –no se entendería otra cosa– como la única solución idónea y digna para entregar una obra primorosa a la actual generación y a las que nos sucedan en los próximos cien años.