La sanidad que tenemos
Hace unos días, cuando en la mañana desperté noté unos síntomas muy determinantes de lo que me estaba pasando.
Llamada al 112 y en pocos minutos se presentó en mi domicilio una ambulancia con equipo sanitario. Determinó el médico lo que correspondía y fui trasladado al HUCA.
En el hospital ingreso en la sala de ictus y posterior traslado a la planta 8A. En ambas salas se recibieron los cuidados correspondientes, siendo en unos días dado de alta; en esta sala me satisfizo la doctora Benavente, pues además de los informes hacía una buena labor didáctica.
Aunque de menor importancia ante el problema presentado, debo señalar que en la sala de ictus, cuando a última hora de la tarde el personal mantenía conversación generalizada y a nivel muy alto, teniendo presente que los ingresados nos manteníamos en reposo, resultaba molesto; en cuanto a la planta -esto solo puedo referirlo a mí-, la temperatura era baja, viéndome obligado a pedir mantas, las cuales abrigan lo que abrigan, poco.
Como digo, una experiencia indeseada, pero que valoro positivamente ante el funcionamiento de nuestra sanidad y que es bueno que sepamos.
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