Las mesas de los monólogos
Se lleva hablando largo tiempo de la mesa del diálogo para referirse a las conversaciones del Gobierno con la Generalitat de Cataluña, y se nos quiere hacer ver que, a través de ella, se está progresando, cuando las evidencias demuestran que, en los temas fundamentales, las posturas siguen absolutamente enfrentadas y no se ha avanzado un ápice, por muchas imágenes que se difundan de Sánchez y Aragonès sentados frente a frente, dando a entender que empieza a haber un punto de entendimiento.
Pero lo que ocurre en Cataluña no es el único caso en el que hay temas enquistados que no se desbloquean ni con mesas ni sin mesas, porque los discursos de unos y de otros, en este caso los del Ejecutivo, así como los del principal partido de la oposición, es decir, los del PP, en asuntos tan candentes como pueda ser el de la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), más que monólogos se pueden considerar diálogos de sordos, que viene a ser lo mismo.
Y no solo en estos casos. Son otros muchos los asuntos que dependen de la voluntad de las partes, y si la voluntad es la que es, por mucha mesa, mantel y cubertería de plata de que se disponga, si en el menú no entran el interés general y el afán de conciliación, será muy, pero que muy difícil un diálogo constructivo.
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