Manifestación fascista en Chueca
El sábado día 18 de septiembre debe quedar marcado en Madrid como el día de la infamia. Grupos de fascistas y neonazis tomaron el barrio de Chueca a los gritos de “fuera maricas de nuestros barrios”, “se va a acabar, se va a acabar, el matrimonio homosexual”, “fuera sidosos de Madrid”. Prostituyendo banderas españolas con sus mantras y símbolos nazis y con el brazo en alto, estos impresentables, que, eso sí, no pasaban de dos centenares, pusieron en su sitio a la presidenta de la comunidad autónoma, Isabel Díaz Ayuso, que solo dos días antes había manifestado en la Asamblea de Madrid: “En realidad, la homofobia solo está en la cabeza de la izquierda”. Pablo Casado hizo un discurso maravilloso contra la ultraderecha y por la democracia en la moción de censura de Vox, un discurso que dejó descolocado, sin argumentos y cariacontecido a Santiago Abascal, pero cada vez se despeja más la duda de si aquel discurso fue sincero o solo una herramienta dialéctica para evitar el “sorpasso” de Vox. La presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid está resultando una individua peligrosa, no solo peligrosa para el presidente de su propio partido, no solo peligrosa para los que compiten con ella en ego y protagonismo, con su apoyo a las tesis de la ultraderecha; está resultando una tipa peligrosa para la democracia. Antes de la aparición de Vox en escena los fascistas votaban a AP y luego al PP, pero se cuidaban muy mucho de manifestar sus asquerosas ideas en público, aunque, por supuesto, no dejaron de hacerlo en la intimidad. Rojos y maricones para ellos están mejor muertos, ese es su ideario, y va en el mismo paquete de todo su antidemocrático y criminal ideario. Un rasgo muy característico de los fascistas y de los neonazis es que mienten mucho (su maestro, Goebbels, dio magníficas lecciones de cómo hacerlo). Todavía resuenan en Madrid los gritos de ¡libertad! de los fascistas manifestándose por el barrio de Salamanca en pleno apogeo de la pandemia. Recordemos también cómo Abascal fue al Congreso de los Diputados a exigir un Gobierno “de salvación nacional” al margen de las urnas y de la mayoría parlamentaria. Pues bien, también los fascistas mintieron como bellacos para solicitar el permiso para manifestarse en Madrid, se trataba, dijeron, de protestar contra las agendas 2030 y 2050 del Gobierno, pero iban a otra cosa. No debemos olvidar que la homosexualidad y la bisexualidad, tanto masculina como femenina, así como cualquier ruptura con el binarismo de género, se consideraban durante el franquismo como enfermedad y delito, y se legisló contra esas personas equiparándolas a vagos y maleantes. Pues los fascistas que ladraban en Chueca veneran a Franco, no le quepa a usted ninguna duda. Se puede estar legítima y democráticamente contra la apología y el proselitismo LGTBI, en las escuelas, por ejemplo, pero no se puede estar contra las personas por su identidad sexual y existencial, porque eso es estar contra la Constitución que democráticamente nos hemos dado los españoles después de 40 años de oscuridad y dictadura fascista y contra la Declaración de Derechos Humanos aprobada por la Asamblea General de la ONU. Si alimentas a un monstruo, el monstruo te acaba devorando, y eso le puede pasar, por ejemplo, a Isabel Díaz Ayuso. La manifestación de los fascistas y neonazis en Chueca, escoltada por la Policía, que no hizo nada para impedir lo que allí se vio, es la muestra más palpable de que hay gente que ha votado a la ultraderecha, sin ser ni fascistas ni neonazis, muy equivocadamente. “Ahora vienen a por mí, pero es demasiado tarde”. Bertolt Brecht. ¡Cuidado!
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