Cuando el señor se doblega ante el criado, taran tan tan...
Cuando hace unos días las televisiones del país nos mostraron las imágenes de nuestro presidente del Gobierno de la nación haciendo la venia doblando el espinazo ante el presidente autonómico de Cataluña y su bandera, y, después, viendo cómo un funcionario de la Generalidad retiraba la bandera de todos los españoles, incluso de los catalanes, mal que les pese, ya que ellos también lo son, sentí, no solo pena y congoja, sino hasta casi vergüenza de ser español. ¿Cómo se puede entender que el presidente de la nación se permita hacernos de menos al resto de los españoles, que somos la mayoría, doblegándose al capricho y los deseos, no ya de esa parte de España que es Cataluña, sino, a mi entender, al capricho de ciertos políticos catalanes que desde hace tiempo se han empecinado en que tienen que seccionar este país y fundar en esa parte de España una nación independiente, así, por las bravas, y sin que el resto de los españoles podamos decir ni “mu”?
No sé qué pensarán mis conciudadanos, pero el gesto despectivo de retirar nuestra bandera creo que habría sido suficiente para que, honradamente, nuestro presidente, el señor Sánchez, hubiese dicho siquiera: “Así no, señores, así no”; y se hubiese ido por donde había llegado. Se puede ser bueno, se puede tener voluntad de diálogo, pero no se puede confundir el buenismo y la intención de dialogar con la tontera o estupidez. No sé ustedes, pero a mí me reciben a la puerta de una casa ajena a la que voy con buena predisposición de ese modo y, sin pensármelo un segundo, me voy. Nuestro presidente debe tener muy en cuenta que no está actuando en asunto personal, sino en asunto de todos los españoles y el interés de toda la nación; y esta nunca debe confundirse como algo particular o la finca heredada del abuelo. A él se le eligió para gestionar los asuntos públicos de la nación conforme al bien e interés común, y nunca al suyo particular. No quisiera que esta reflexión mía se interpretase como algo ideológico, nada más lejos de mi intención. Por mi edad y lo visto y vivido, cada día estoy más lejos de las ideologías políticas; lo que expongo lo hago pensando en que sería actuar por el bien de la nación y su ciudadanía, entre la que me encuentro. No hay más.
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