El caldo de cultivo es el que decide
El caldo de cultivo es el que decide.
No solo los seres vivos necesitan un caldo de cultivo, un ambiente propicio, para vivir, las ideas tienen la misma necesidad.
Las ideas necesitan, para vivir, para convertirse en realidades sociales, de los sentidos de sus creadores para que sus paridas cobren vida. Consecuentemente, las imágenes, los sonidos, los olores, los sabores y las sensaciones táctiles, provenientes de la naturaleza, en la que estamos incluidos, han sido, y serán por siempre, nuestros receptores transmisores.
Claro, nada que ver los gestos, los gruñidos o choques provocados con materiales, los efluvios y texturas naturales primigenios, con los medios de recepción y transmisión, extracorpóreos, de hoy en día. Con los medios que hoy nos sirven de intermediarios, porque nuestros receptores siguen siendo los cinco sentidos de siempre.
Pero resulta que quienes verdaderamente dirigen nuestra sociedad son esos “intermediarios”, casi omnipotentes. Y para nuestra desgracia...
De vez en cuando retrocedo cincuenta años y me voy al cine Brisamar de Cimadevilla, al que siempre acudí solo. Y, prácticamente, si los había, se podían contar con los dedos de una mano los asistentes, podría decirse que estaba solo, por lo que recuerdo que al sentarme, eran mis tiempos de yogurín, se esfumaba mi físico y únicamente era consciente de mi consciencia. En ese estado, las imágenes más impactantes, por eso las recuerdo, supongo, fueron las de una peli en la que se llevaba a cabo el experimento de Milgram, ya saben, los participantes creían, se lo hacían creer, que castigaban con descargas eléctricas los errores de otros participantes. Me impresionó el resultado. Lo maleable y maligno que puede ser el ser humano.
No recuerdo si en otra o en la misma peli también me impresionó, por sus tintes veraces, cómo la jerarquía política era capaz de organizar el ataque, físico, sin piedad alguna, a sus propios militantes, para que los “intermediarios” se encargaran de cargarle su propia aberración a la oposición.
Viendo lo que a diario vemos, ¿alguna duda sobre quiénes son los Milgram y experimentadores de hoy en día?
Mientras no se invente una vacuna para inmunizar al ser humano contra la insidiosa influencia de la política y los medios de comunicación, y este sea capaz de analizar y actuar con la inteligencia que se le supone para redimirse de su miserable condición de conejo de Indias, el mundo, lamentablemente, seguirá siendo el que es.
Y para morirse de pena, o desesperación, según, ¿va un ser patógeno a crear un arma contra sí mismo?
Hasta que no sean mayoría los que se niegan a aceptar la manipulación de otros para aplicar corrientazos al vecino y los medios de comunicación no informen con veracidad de lo que es y no de lo que ellos quieren que sea...
Coño, Pin, qué mal lo tenemos.
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