La iglesia de Urbiés (2.ª parte)
Responsabilidad, diligencia, rectitud, empatía, iniciativa, son algunas de las cualidades que deberíamos esperar de cualquier organismo para afrontar un problema.
Mientras observaba en la tele la evolución de la lengua de lava en la isla de La Palma, pensaba: ¿alguien se imagina a los responsables del Cabildo o del Gobierno central esperando a ver en qué acaba la erupción para ver si toman alguna medida?, ¿Alguien sería capaz de justificar la apatía de las administraciones ante la situación? Evidentemente, no, al menos eso quiero creer. Cualquier persona en su sano juicio interpretaría la situación como irresponsable y de una sinvergonzonería intolerable, puesto que es algo de su incumbencia, su deber para con el ciudadano, su obligación, su compromiso para con la sociedad.
Ayer llegaba a mis manos el segundo manuscrito público que la feligresía del pueblo de Urbiés, tuvo a bien publicar para pedir (una vez más) fondos para la reparación de la iglesia. Hace unos meses envié una carta al periódico (“Otra vez la iglesia de Urbiés”, 17/06/2021) en donde me hacía eco de la desidia total y absoluta del Arzobispado respecto a esas obras reclamadas por los feligreses, y de los pingües beneficios obtenidos por el señor Sanz Montes con la venta de varios inmuebles, cuyo destino, hoy, siguen siendo toda una incógnita.
Bien, pues para ponerles en situación y hacerles ver una realidad tan vergonzosa como inasumible, les diré que la parroquia de Urbiés cuenta actualmente con un número de habitantes que no creo supere los 400 vecinos. Desde la llamada que se hizo allá por junio para que los vecinos colaboraran económicamente para sufragar los gastos, ojo, gastos que corresponden única y exclusivamente al titular del inmueble, es decir, a la Iglesia, se recaudaron nada más y nada menos que 13.000 euros... ¿Qué les parece? ¿Y si les digo que la obra asciende a 20.000 euros y que a alguna lumbrera se le ocurrió volver a pedir a los vecinos que se rascaran el bolso cuando el Arzobispado sigue sin colaborar con un miserable céntimo?...
Yo soy uno de los que no dieron ni darán un solo céntimo para esa obra, con lo cual, y antes de criticarme, espero se den cuenta de que me posiciono a la misma altura que los jerarcas de la Iglesia, con una diferencia: que yo no soy responsable ni propietario del templo, pero, mientras que a mí me mirarán de reojo por manifestar claramente mi forma de ver las cosas, al propietario, al adinerado, al pudiente, seguirán reverenciándole y besándole los anillos.
Jamás daré un solo apoyo a tales iniciativas, es más, estoy totalmente en contra, me parece de una desfachatez tan desproporcionada que insulta la inteligencia. Aquí no hablamos de una obra de caridad, aquí hablamos del triunfo de la ignorancia, de la irresponsabilidad, de la usura. Por supuesto que cada uno con su dinero hace lo que le viene en gana, pero a mis vecinos, y por supuesto, a la cabeza visible de la Iglesia asturiana, me gustaría preguntarles en qué pasaje de la Biblia Dios exige a los fieles pagar siglo tras siglo por las obras de restauración, reforma o ampliación de los templos. ¿No habíamos quedado en que las obras de caridad iban dirigidas a los más necesitados? ¿De verdad que no les ruboriza ni tan siquiera ser conscientes del dispendio dirigido hacia quienes más tienen, en detrimento de la cantidad de familias que recibirían como el maná una ayuda de ese calibre?... Voy a ir un poco más allá, a ver si así vamos abriendo los ojos. Ahora mismo están pidiendo más dinero (y nunca será suficiente) para reacondicionar un monstruo que al pueblo le queda más grande que a un payaso sus zapatos, y recuerden lo que les digo ahora, no pasará mucho tiempo y el Arzobispado acabará dejando sin sacerdote la parroquia, invitándoles a todos (colaboradores o no) a que acudan a misa a Turón. Me pregunto si será entonces cuando iniciarán una colecta para contratar un párroco privado, o si será entonces cuando serán conscientes de lo mucho que sirvió su colaboración, lo agradecida que se mostró esa santa institución por ese sacrificio económico, como cuando Abraham estuvo a punto de matar a su hijo para demostrar su fe en Dios... En fin, ojalá que ese dinero que tan generosamente donaron no les haga falta nunca, y si les hiciera falta, ya saben, estoy seguro de que el Arzobispado de Oviedo estará encantado de colaborar con todos ustedes de forma totalmente desinteresada y altruista. Amén a todo y a todos-as.
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