A mi abuela materna, Alicia Menéndez Suárez
¡Bien jugado, Ita! Qué emocionante y longeva existencia. Qué orgullo de mujer en toda tu iridiscencia. Y qué regalo nos dejas al ser por siempre tu descendencia.
Coraje, honestidad, energía, generosidad, inteligencia, alegría... Ejemplo, desde niña, de una garra sin igual, educada en el respeto, el sacrificio y la bondad.
En tus altas capacidades ya insistían los maestros, un as en ciencias, cifras, letras... impresionante modista de profesión, de las que, ante todo, se visten por dentro. Porque tan encomiable fue tu trayectoria, que ni el mejor de tus diseños ensombreció tus valores como persona.
Jamás se olvidarán esas cálidas manos, sustento y raíz de nuestros días y labradoras del arduo campo. Tampoco tus sabios consejos ante cada congoja o duda, empapados del amor que sólo desprenden almas así de puras. Ni tu mirada perennemente sonriente, que nunca reveló la edad que dictaban los papeles...
Es precioso sentir, desde que te has dormido, que una nueva estrella ilumina nuestro camino. Sabemos que estás aquí, escuchándonos hablarte, y animándonos a seguir adelante. ¡Reíd y bailad esta vida! Nos dices. No lloréis por mí, que menudas vistas hay desde aquí arriba...
No temas, Alicia, que tu familia y amigos somos indestructible fuerte. ¡Te adoraremos y honraremos unidos, eternamente!
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