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Estatuto de Autonomía de Asturias

29 de Noviembre del 2021 - José María Casielles Aguadé

El actual Gobierno del Principado ha aprobado un justo y merecido homenaje a los políticos de los diversos partidos que lo redactaron, otorgándoles la Medalla de Oro de Asturias por su actitud de empatía ejemplar. Vale. ¿A qué viene entonces el actual rechazo a nuestra vigente carta constitucional? Una inconsecuencia flagrante que nos deben explicar. La modificación corre mucha prisa a la autotitulada Academia de la Llingua, que observa el progresivo deterioro del socialismo nacional, enmascarado por las últimas encuestas del CIS, ya totalmente desprestigiadas. Efectivamente, la oportunidad es urgente, pues precisa el ulterior respaldo del Congreso y el Senado, gravemente deteriorados por la inactividad parlamentaria que detectan los españoles y el Tribunal Constitucional (TC), como consecuencia de la abusiva interpretación de la emergencia política, provocada por la crisis pandémica del coronavirus.

Hace casi cuarenta años, cuando yo ocupaba un escaño de diputado en la Junta General del Principado de Asturias (JGPA), me dirigí a Santiago de Compostela para examinarme como alumno libre de algunas asignaturas que estaba cursando en la Facultad de Farmacia de aquella Universidad. Recuerdo perfectamente que al llegar al hotel encendí la televisión de mi habitación y aparecieron en pantalla las imágenes de dos gángsteres de Chicago, impecablemente vestidos a la última moda siciliana; pues era una película de la serie de “Los Intocables”, entonces de moda. Me quedé de piedra cuando uno de ellos se expresó así: “A este trangalleiro vamos tener que escarayalo”. Naturalmente, no pude contener la risa.

De vuelta a Asturias, tras los exámenes correspondientes y mi habitual abrazo al Apóstol en la catedral santiaguina, me encontré en Oviedo con los debates parlamentarios sobre el proyecto del Estatuto de Autonomía. En aquellos momentos el asunto no era fácil; y sí muy particularmente difícil la pretensión alentada por los diputados comunistas sobre la cooficialidad de la "llingua", pues, no se debe cooficializar la lengua española con plurales dialectos bables secularmente superados, como señala claramente la Gramática Histórica, que ya habíamos estudiado en el Bachillerato del plan del -38. Una cosa es una lengua o idioma nacional con seiscientos millones de hablantes como el español y otra bien distinta los heterogéneos restos dialectales, como el catalán, el valenciano, el gallego, los plurales “bables” astures, la fabla aragonesa, y otras ya periclitadas de alcance social irrisorio y de intencionalidad política divisoria para provocar un desguace de la nacionalidad española. La inconsecuencia sube de nivel cuando los políticos implicados pertenecen a partidos de inspiración marxista, que se declaran universalistas o internacionalistas, y cuando más tarde, ahora, las propuestas son defendidas por españoles que no son asturianos sino castellanos o riojanos para más inri.

Cuando tuve tumo de palabra en la Junta, conté mi experiencia santiaguina, que despertó sonrisas. Continué animado: imaginen, señorías, que mañana se traduce al bable la serie oceanográfica de Cousteau, y aparece el comandante en la cubierta de “La Calipso” soplándose las manos y diciendo: “Fai un cutu que escarabaya la pelleya”; que como algunos de ustedes saben y otros no puede traducirse por: Hace un frío que eriza la piel. La carcajada en la sala parlamentaria fue escandalosa. Cuando se hubieron solazado generosamente, me dirigí a la presidencia de la Cámara para decirle que si autorizaba al secretario a añadir en el acta de la sesión la palabra “risas”, entre paréntesis, yo renunciaba a más comentarios. Así fue. La propuesta actual de nuevo Estatuto pretende el reconocimiento de una supuesta “llingua” fabricada a partir de una serie compleja de diversidades dialectales bables, como se elabora un mal vino de cooperativa a partir de vinazos diversos. Aquí las ventajas sociales son para los bodegueros, allá para docentes y traductores con más puestos de trabajo, y cuantiosos presupuestos que pagamos todos. Bien reciente es la inadecuada experiencia similar de exigencia del nivel de catalán-2 para los médicos que ejerzan en Baleares.

Sobre la reforma del Estatuto de Autonomía y la oficialidad del asturiano

La propuesta actual de nuevo Estatuto pretende el reconocimiento de una supuesta llingua fabricada a partir de una serie compleja de diversidades dialectales bables, como se elabora un mal vino de cooperativa a partir de vinazos diversos

Se mezcla la obstinada propuesta de cooficialidad con una variada y confusa “ensalada” de formulaciones políticas inconcretas en el contenido y en el tiempo, como la de la nueva capitalidad de Asturias, para la que se promete una inevitable transigencia a un cambio imposible. ¿Tiene sentido volver por presuntas razones históricas a la capitalidad de Cangas de Onís del rey Pelayo (718)?; ¿a la de San Martín del Rey Aurelio (768)?; ¿a la Pravia de Mauregato (783)? ¿O acaso se prefieren criterios modernos, aperturistas y liberales? Podría proponerse así a lbias, Degaña, o... vaya usted a saber.

Como el simple transcurso de los años no es razón aceptable para cambiar de abuela, tampoco lo es para cambiar de capitalidad. Si como ocurre con Oviedo la ostenta desde hace doce siglos, hay menos razón todavía, pues ello supondría arrastrar también toda una infraestructura institucional importante y costosa.

Tal vez la solución racional esté en el concepto mismo de “democracia”. Hay dos versiones fundamentales: la democracia de valores absolutos otorga el poder a quien obtiene más votos en exclusiva; la “democracia de retales” -hoy en amplio uso y abuso- lo entrega al que consigue más socios sumables. Tomemos como referencia una competición deportiva: hoy la gana el que tiene mayor puntuación absoluta. Si se aplicara la victoria democrática “por retales”, los últimos corredores podrían designar al ganador si suman más puntos que los obtenidos por el actual vencedor. Formulemos esta propuesta a la Dirección General de Deportes. Veremos lo que opina.

Respecto a otras posibles reformas sobre: decretos leyes autonómicos, nuevas competencias inconcretas y regulación de la Administración municipal, ya tenemos bastante con las de iniciativa nacional. Ustedes decidirán en las próximas elecciones generales lo que quieren cambiar. Sigan bien.

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