La Naturaleza frunce el ceño en La Palma
Impresionante quiebro del destino para, en pocas horas, destrozar proyectos de vida y haciendas en la maravillosa, salvaje y amenazante isla de La Palma.
Imágenes impactantes que encogen el corazón de las personas y el bolsillo de los residentes, abocados a tirar por la colada de lava el esfuerzo y ahorros de toda una vida, con escasa esperanza de cubrir mínimamente el desastre que ha aniquilado tierras y casas, y lanzado miles de toneladas de infernal dióxido de azufre, aunque a la ministra Maroto, en un portentoso ejercicio de empatía y sensibilidad ciudadana, le haya parecido "un espectáculo maravilloso".
Independientemente de que los seguros (que solo valen para cuando no te pasa nada) o el consorcio de seguros se hagan o no cargo del desastre por la emergencia volcánica de la isla, espero que, por una vez, el presidente del Gobierno nos cierre la boca a todos ejecutando las ayudas inmediatas prometidas a los damnificados para que, como dijo él mismo, "todas las pérdidas materiales sean repuestas cuanto antes".
Aunque escuchar a Sánchez prometer algo ("quiero dejar claro que la gestión de la crisis no terminará cuando la lava llegue al mar, sino cuando La Palma recupere su normalidad", ha dicho), es como someter a corazón y arterias a una yincana enloquecida, muchos contumaces nihilistas sanchistas están convencidos de que, dados los antecedentes del personaje en la aplicación del publicitado Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, con las buenas palabras pronunciadas será más que suficiente, y que al final no habrá un euro para la causa prometida.
Particularmente creo que estos agoreros se equivocan esta vez, y la esperanza está en que el Presidente también ha comprometido su palabra para que la próxima conferencia de presidentes, en diciembre, se celebre en La Palma, lo que, por razones obvias, avala el cumplimiento de su compromiso.
Claro que si también es un cuento chino lo de que esa conferencia vaya a ser en La Palma... no sé.
Me temo que el eslogan publicitario del Gobierno "nadie va a quedar atrás", repetido hasta la saciedad, se va a quedar en lava, azufre y humo, sobre todo humo, y la casi totalidad de residentes damnificados no tendrán más remedio que asumir que ni los seguros, ni el consorcio, ni el Cabildo de La Palma, ni el Gobierno, ni la UE les van a compensar por sus pérdidas materiales.
Un abrazo solidario no será suficiente, amigos palmeros, porque, como bien dice el analista económico y geopolítico Gerald Celente, "cuando lo has perdido todo y no te queda nada por perder, lo pierdes".
Saludos cordiales.
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