Cambio cultural para algunos
Las reiteradas ocurrencias del ministro de Seguridad Social, aunque nos tenga acostumbrados, no dejan de sorprender. Sus declaraciones abogando por un cambio cultural en España para trabajar más, hasta los 75 años, poca respuesta han tenido. Algún miembro del Gobierno, como la ministra de Trabajo, se desmarcó, e incluso el portavoz desligó a su partido de tales declaraciones. Aunque posteriormente el señor Escrivá quiso matizar sus palabras, no es creíble dada su trayectoria de propuestas al frente del Ministerio del que es titular.
Debería pensarse el alcance de su proyecto, de las profesiones que existen, de la calidad de vida de las personas, del relevo generacional y de algo tan importante como es la salud y la seguridad en el trabajo. La vinculación de esto último con la edad de los trabajadores y trabajadoras debe ser incuestionable, pero parece que para el Ministro eso no es relevante. El Ministro puede intentar engañarse con falsos argumentos o disculpas para no sentirse un déspota; aun así, no estaría siendo fiel a unos principios básicos de velar por los intereses del pueblo para el que están gobernando.
Ciñéndose a la edad considerada por el Ministro, no es defendible ver a una persona trabajando en una torre eléctrica a veinte metros o más de altura, ni en un andamio o en el tejado de un edificio; tampoco conduciendo un autobús que transporta a sesenta personas o un camión por carreteras nacionales e internacionales.
Quizás al frente de un Ministerio sí puedan estar esas personas, porque, visto lo visto, no hace falta mucho bagaje cultural ni fortaleza física, porque todo ello solo es exigible a los demás.
El señor Escrivá sí nos sorprendería si dijera que, una vez deje de vivir de la política, renuncia a todos los privilegios y a toda compensación derivada de esa andadura, poniéndose inmediatamente a buscar un trabajo, sin importar el esfuerzo físico que represente y hasta los 75 años por lo menos; creo que muchos estaríamos dispuestos a ayudarle en esa tarea.
El ministro de un gobierno que se dice de izquierdas debe ser consecuente con tal ideología; de lo contrario, está en el lugar equivocado.
Aunque se pueda aplaudir a las reducidas voces críticas del Gobierno con la escasa responsabilidad de las declaraciones, no se debe pasar por alto que no ha sido el propio Gobierno en sí mismo el que se ha definido al respecto, y eso da lugar a albergar ciertas dudas. Tampoco los agentes sociales han pasado más allá de la crítica con la boca pequeña, cuando deberían actuar con mayor contundencia contra declaraciones de ese calado, o no las han tomado muy en serio, o están a la espera de actuar ante hechos consumados; sea como fuere, era de esperar otra reacción. Ni tampoco los gobiernos regionales han hecho declaración alguna, es triste tanto silencio. Es desagradable que los trabajadores y trabajadoras de este país tengan que sostener a determinados políticos que no están a la altura que se espera y son más proclives a otra cultura ideológica que la que dicen representar.
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