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Una experiencia singular

6 de Septiembre del 2010 - Pedro Bengoechea Garín

Apenas han transcurrido veloces los días de un caluroso verano, cuando todavía se agolpan, vienen y van raudas en nuestro recuerdo vivencias y sensaciones muy recientes y variadas, intensamente vividas en ese corto espacio de tiempo. Entre estas experiencias destaca una, por su singularidad y belleza, para todos aquellos que buscan en el silencio y la soledad interior los goces del espíritu. Es el caso de los que han renunciado libremente a todo para seguir un ideal atractivo en la vida monástica. Y también de aquellos que por unos días (como es el caso de los huéspedes) quieren emular a los mismos monjes en las virtudes monásticas del recogimiento, la penitencia y la oración. Experiencia que contrasta con un mundo materialista, ruidoso y agitado en que nos movemos, con objetivos y valores muy alejados del reino celestial, con notable ignorancia, menosprecio o rechazo de la vida contemplativa, a pesar de estar necesitados del silencio, la paz interior, la reflexión serena, valores que en el «mundo» escasean mientras que en el monasterio sobreabundan. Experiencia sin duda que nos hace interesarnos del origen y desarrollo del monaquismo, tanto en Occidente como en Oriente. Un fenómeno que surge en la necesidad de seguir a Cristo en la pobreza, castidad y obediencia, consejos evangélicos que caracterizaron la vida y la doctrina del Maestro, y de sus seguidores más comprometidos.

Subtítulo: La singularidad y la belleza de la vida monástica

Destacado: Es necesario traer a nuestra vida diaria el testimonio de fe y esperanza que aportan estas respetables personas retiradas del mundo

Allá entre el siglo tercero y cuarto de nuestra era aparecen los primeros vestigios del monaquismo. Primero, en forma de vida eremítica (vida solitaria) y, posteriormente, en forma cenobítica (vida en comunidad). El anacoretismo reproduce la elección monástica de la «separación» de la vida seglar, y por tanto opta por retirarse en la soledad del desierto. Ejemplos del monacato del desierto son el primer monaquismo en Egipto con San Pablo de Tebas y San Antonio Abad, iniciadores del anacoretismo egipcio, y que fue extendiéndose por Siria, Palestina y Asia Menor. Son conocidos los anacoretas coptos, cenobitas, de tradición siria y de Capadocia. Propagandistas incansables como San Casiano y San Jerónimo, San Atanasio patriarca de Alejandría, y en la Galia, Martín de Tours y la isla de Lérins. Prevalecía la dirección espiritual de un abad, algunos encuentros de oración en común, subsistiendo en el resto la práctica y la permanencia en eremitorios.

Esta concepción monacal derivó más tarde hacia el cenobitismo, donde lo distintivo era la vida en común para rezar y trabajar bajo la dirección de un abad y la observancia de la Regla, que regulaba todas las actividades del monje. Ejemplos de ello son el monacato agustiniano (San Agustín de Hipona), el monacato hispánico con San Leandro, San Isidoro de Sevilla y San Fructuoso, el monacato irlandés con San Patricio, y especialmente San Benito de Nursia y su «Santa Regla» que la acogió gran parte de las órdenes religiosas posteriores como guía de espiritualidad y organización monástica. Por otra parte, la tradición de la Iglesia ortodoxa de Oriente se polariza en figuras preeminentes de la instauración y fomento del monacato, como San Pacomio, San Basilio Magno, San Gregorio Nacianceno, San Sabas (la «laura de Sabas»), San Juan Damasceno, uno de los de mayor influencia en la espiritualidad bizantina y ortodoxa.

He aquí un breve recorrido histórico del monacato que no sólo se ha convertido en centro de espiritualidad religiosa, sino también de la conservación y divulgación del saber y la cultura de los pueblos. Su conocimiento no debe quedar exclusivamente en el reconocimiento del patrimonio cultural y religioso que representa, sino que es necesario traer a nuestra vida diaria el testimonio de fe y esperanza que aportan estas respetables personas, retiradas del mundo, ante una sociedad que padece de crisis de espíritu. Queda el ejemplo para cualquiera que desee ensanchar su estrecho horizonte vital.

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