¡Que cada palo aguante su vela!
Ha vuelto el debate sobre la financiación de las pensiones, siempre vuelve cuando no salen las cuentas. Los gobiernos de coalición permiten hacer cosas que un gobierno monocolor no podría, por ejemplo, que un ministro haga de policía malo y una ministra de policía buena. Así que el ministro Escrivá nos asusta diciéndonos que nos jubilaremos a los 75 años y luego Yolanda Díaz nos dice que de eso nada, monada, será a los 67, como estableció Zapatero y aplaudió la derecha hasta con las orejas. Son encantadores. Eso sí, lo que es una verdad evidente es que este gobierno se ha comprometido a subir las pensiones como el IPC y que Rajoy las subía un 0,25%. En aquel tiempo, como dice el cura de mi parroquia, que te subieran un miserable 0,25% en la pensión era un chollo, porque teníamos inflación negativa, y ahora ya veremos lo que finalmente se va a subir con una inflación ya cercana al 4%. Eso sí, Rajoy ha dicho que cuando ellos vuelvan a gobernar desvincularán los incrementos de las pensiones del IPC, y esto lo harán sea el IPC negativo o positivo. Así que está claro que para los casi ocho millones y medio (luego veremos a dónde se han ido el resto) de pensionistas es mejor que gobierne la izquierda que la derecha. Otra cosa es de dónde va a salir el dinero para pagar las pensiones y su revalorización. Llegados a este punto, vuelve el juego de triles ¿dónde está la bolita? Es maravilloso que se vayan a sacar del sistema de pensiones todas las que no son contributivas (ahí se han ido los otros pensionistas) porque para hablar de la sostenibilidad del sistema lo primero que hay que hacer es esa limpia y no engañar al personal. Las pensiones no contributivas y otras prestaciones que se han dado gentilmente a cientos de miles de personas, no siempre de forma justa, ya no van a depender de la hucha de las pensiones, sino directamente de los impuestos. Eso simplifica e higieniza el debate ¡que cada palo aguante su vela! Es broma, porque la vela la aguantaremos los trabajadores de una forma u otra. Alguno de esos "expertos" que nos da consejos sobre la sostenibilidad de las pensiones nos ha dicho que no hay que tomar medidas llamativas o radicales, que tienen mala prensa y no gustan a los trabajadores, esto lo digo yo, sino emplear el método de la rana, ir calentándola poco a poco para que no salte y se cueza sin darse cuenta, es decir, vincular la edad de jubilación a la esperanza de vida e ir cambiándola. Uno de esos "expertos", en su delirante discurso, ha llegado a decir que cada diez años la esperanza de vida de la gente crece cuatro. Yo he echado las cuentas desde el Hombre de Sidrón hasta ahora y no me salen, porque tendría que vivir más de quinientos años. En todo este debate nadie ha dicho absolutamente nada de los miles de españoles que han prejubilado, algunos con cuarenta y tantos años, para que el Estado y las empresas se los pudieran quitar de en medio en sus reconversiones, privatizaciones y concentraciones salvajes. Esta práctica todavía continúa a día de hoy (reconversiones y concentraciones bancarias, por ejemplo) lastrando dramáticamente todo el sistema público de pensiones. Y, por supuesto, cuando se habla de obtener ingresos se pone el acento en alargar la edad de jubilación, mientras tenemos más de un 40% de jóvenes en el paro y un fraude fiscal del 23% del PIB. Tener a ancianos de más de 70 años trabajando y a los jóvenes en el paro con una renta básica universal, o nada, no parece muy inteligente. En fin, una cosa es que nos quieran tomar el pelo y otra que lo consintamos. Así que ni unos ni otros van a hacer nada bueno para que la financiación de las pensiones no siga siendo un problema, al contrario. Mi interés ahora es ver de dónde van a sacar la pasta gansa para pagar las prestaciones que se van a sacar del sistema de pensiones, qué impuestos nuevos vendrán y quiénes los pagarán, aunque esta última pregunta que me hago también me la respondo: los de siempre.
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