El mal ejemplo holandés
Para una buena parte de la progresía, esos que de rojos en realidad tienen lo que yo de obispo, Holanda ha sido un país del que tomar ejemplo. Y Países Bajos lo es, sin duda, en algunas cosas, pero no en otras, en esas otras donde los izquierdistas de pacotilla ponían el acento; vamos a ellas: Durante mucho tiempo hubo un debate en la izquierda española sobre la conveniencia de legalizar o de prohibir la prostitución y sacarla del limbo donde todavía continúa. Los partidarios de legalizar la prostitución defendían el modelo holandés, se trataba de recaudar y de un mayor control sanitario, aunque se soslayaba que en Holanda las prostitutas eran exhibidas desnudas en escaparates como si fueran una mercancía y seguían bajo el control de las mafias de la trata. Afortunadamente, la irrupción con fuerza del feminismo en este país ha acabado con ese debate y hoy en la izquierda, y también en la derecha, todos los conspicuos de los partidos políticos coinciden en que lo cabal, y lo moral, sería prohibir la prostitución, como hace años ya hicieron Suecia y Francia. Pero, no ha sucedido lo mismo con el consumo de esas drogas que algunos llaman "blandas". Si con el tabaquismo no tuviéramos suficiente (68.000 muertos el año pasado en España por consumo de tabaco), si con el alcoholismo, que está haciendo estragos entre los jóvenes merced a la permisibilidad social con el consumo de alcohol y gubernamental con los botellones, tampoco, pues ahora sale Íñigo Errejón con otra de sus ocurrencias y quiere legalizar el consumo de cannabis en España, eso sí, "para uso terapéutico". Mientras los rojos de verdad están preocupados por los problemas reales de los españoles, los izquierdistas de pacotilla van por ahí exigiendo la semana laboral de 32 horas o pidiendo que se legalice el cannabis. Fue muy instructivo que cuando saltó la polémica sobre el corte de suministro eléctrico a las Cañadas Reales, esos izquierdistas, mientras ponían el grito en el cielo por cortar la luz a viviendas ilegales ocupadas por inmigrantes irregulares, no decían nada de las ingentes cantidades de electricidad robada para las grandes plantaciones de maría que hay en Madrid sin que nadie, tampoco la encantadora Ayuso, hiciera nada por evitarlo. Así que entre los que han permitido que el tráfico de drogas entre Marruecos y España sea fluido y que las plantaciones de cannabis proliferen como hongos, solo faltaba que saliera alguien, en este caso Errejón, para pedir su legalización, argumentando lo buenos que pueden ser los porros para algunas enfermedades, que eso generaría muchos ingresos fiscales y miles de puestos de trabajo. Exactamente ese mismo cuento chino les relataron a los holandeses hace treinta años cuando legalizaron allí esas drogas, pero hoy la situación en Holanda es ésta: Pieter Tops es académico de la Universidad de Tilburg y profesor de la Escuela de Policía Holandesa, pero ahora se dedica a investigar cómo el crimen organizado opera abiertamente en ese país y cómo ha ido ganando aceptación en ciertos sectores de la sociedad. "Creímos que dábamos un ejemplo al mundo... estuvimos muy satisfechos de ello por mucho tiempo, ahora ya no". "Esto es consecuencia de las políticas públicas sobre el consumo de drogas instaurada en Holanda a finales de los años setenta". dijo Tops en su conferencia "Tráfico de drogas, el ejemplo holandés". "Lo que advertí hace cinco años en una conferencia en Ámsterdam, se convirtió en una terrible realidad de la que se habla poco, pero de la que se puede aprender mucho: el narco puede permearlo todo, si se le deja espacio". "Holanda, además, se ha convertido en un espacio legal para que operen las mafias y en uno de los principales productores de drogas sintéticas del mundo". "Organizamos, ingenuamente, la venta legalizada en los famosos "coffee shops", que de uno u otro modo se han convertido en centros de atracción turística. En Ámsterdam hay cerca de 160 donde se vende cannabis", aseguró Tops. Explicó que la legalización del consumo en Holanda tiene un vicio de origen, la legalización, que ha tenido graves consecuencias a lo largo de los más de treinta años que lleva en vigor. Así que Errejón bien haría en plantear soluciones al precio de la electricidad, al paro, y a los problemas reales de los españoles, entre los que está, como ya hemos dicho, el de las drogas muy mal llamadas "blandas". Los médicos ya pueden recetar cannabis a sus pacientes en España sin la legalización "para usos terapéuticos" que pide Errejón como coartada.
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