Volcán de La Palma
Soy una palmera que lleva casi 20 años viviendo en Oviedo. A las 15.12 del domingo 19 de septiembre el volcán empezó a rugir en mi tierra, La Palma. A pesar de sus avisos, fue una sorpresa hasta para los expertos, que no lo esperaban tan pronto, como si de un parto prematuro se tratara. Después del gran susto inicial, la tranquilidad típica palmera, así como la buena organización de técnicos y autoridades, donde el signo político esta vez no ha sido protagonista, permitieron una evacuación ordenada, sin sobresaltos. Como palmera siento un gran orgullo de ver cómo nuestra forma de ser, pausada y tranquila, permitió que así fuera.
Mi primera reacción, como la de mi entorno, fue de euforia, la naturaleza nos estaba brindando un espectáculo único y todavía teníamos en mente el último volcán, el Teneguía, que en el año 1971 no causó prácticamente daños. Yo tenía tres años y tengo recuerdos muy vagos que ni siquiera sé si son reales o formados en mi memoria de las historias que me contaban y con la crecí, todas hablaban de las maravillas que la naturaleza a veces nos regala. Pero esa misma fuerza esta vez surgió con un poder destructivo enorme, y empezamos a ser conscientes de la fuerza de este volcán que engulle todo lo que encuentra a su paso, de las pérdidas materiales, el fruto del esfuerzo de toda una vida... en ese momento un sentimiento de impotencia y tristeza me empezó a invadir.
Cada noche se hace visible la magnitud de este increíble fenómeno natural, la fuerza de la naturaleza en estado puro. Su poder nos hace sentir vulnerables, nos atrae y horroriza a la vez.
Hoy siento, a pesar de la distancia, una cercanía total, una conexión con mis raíces que me hacen estar pegada a la televisión, como si de esta manera pudiera enviar todo mi apoyo, toda la fuerza.
No sabemos lo que nos viene por delante, si serán días, semanas o incluso meses de erupción, pero pido, pedimos todos los palmeros, que las promesas iniciales no queden en eso, solo buenas palabras.
El corazón de fuego de La Palma ruge... por favor, no nos olvidemos de él cuando se apague.
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