La venerable Práxedes Fernández y la pandemia
El 6 de octubre se cumplen 85 años de la muerte de la Venerable Práxedes Fernández García. Aconteció en Oviedo. Una apendicitis que no pudo ser tratada por falta de hospital en el Oviedo sitiado, derivó en peritonitis, causa de su fallecimiento. Práxedes, ya viuda, había venido a vivir a Oviedo un año antes. Había sufrido mucho durante la Revolución del 1934 en Mieres. Ella, mujer de religiosidad profunda, había conocido iglesias quemadas, religiosos asesinados, un ámbito de odio a lo religioso, en el lugar donde vivía. Que luego derivó, con la derrota de los revolucionarios, en actos de venganza. Ella fue respetada por los revolucionarios a causa de la admiración que les causaba su entrega a los necesitados, entre ellos algunos enfermos excluidos recluidos por los vecinos por miedo a ser contagiados, sin pensar en sus creencias o posicionamientos políticos. En la década del cincuenta por presión popular se inició el proceso de canonización. Terminada el proceso canónico, en diciembre de 2017 ha sido declarada por el Papa Francisco, venerable, es decir: mujer de "virtudes heroicas". Y por ello digna de ser conocida e imitada.
Cuando la pandemia del Covid-19 ha sido la realidad más actual en nuestra vida, bien está que veamos como la venerable Práxedes se comportó en situación similar.
Todos los testigos de su vida al hablar de ella destacan su sentido de caridad, de amor hondo y comprometido con los necesitados que se encuentra en su vida, o bien acuden a ella. Desde los acuciados por el hambre, hasta los que no tienen techo, o los que están bajo el peso de la enfermedad. Y en concreto de enfermedades contagiosas, como era la tuberculosis, que en momentos llegaba a ser también una pandemia: extendida, contagiosa, y más mortal que el Covid-19; pues aún no existían los antibióticos que ahora la combaten con éxito. Enfermedad que confinaba, como el Covid-19: se construyeron para acoger y curar los contagiados los que se vinieron a llamar sanatorios antituberculosos, en lugares apartados de la vida social.
Práxedes acudió a atender a enfermos contagiosos; pero nunca olvidó tomar precauciones para no contagiarse ni contagiar a los demás. Así consta en el documento oficial para el proceso de canonización, la llamada "Positio supra virtutes": o sea, el documento con los testimonios que, bajo juramento, ofrecen quienes la conocieron, que justifican su canonización.
"La tuberculosis era en aquellos tiempos una terrible enfermedad, tanto que acarreaba la muerte de muchas personas, porque era grandemente contagiosa. Práxedes tenía que hacer frente a este último riesgo. Florentina, su hermana, cuenta que en una ocasión vino una mujer a alarmar a doña Amalia, su madre. La madre se asustó mucho y a duras penas consintió que Práxedes continuara ejerciendo la caridad. Naturalmente Práxedes tomaba toda serie de precauciones.
Su caridad era inteligente, con amplia visión. No era caridad hacia unos a costa de hacer mal a otros. Es lo que se nos pide en este tiempo. La caridad hacia el enfermo: exige también tomar precauciones, para no extender la enfermedad a otros. Lo sabe bien el conjunto de sanitarios que se han entregado a cuidar a los enfermos de la pandemia. Caridad inteligente es la que se ha de ejercer. Por ser inteligente, es consciente de que atender a un enfermo puede cubrir algún riesgo, -ya vivir es un riesgo-; pero se sabe medir ese riesgo de modo inteligente, reflexivo, bien valorado. Y a la vez cargado de afecto hacia el enfermo y hacia los demás.
Al celebrar el 6 de octubre el aniversario su muerte, Práxedes se nos presenta como ejemplo de esa caridad inteligente, cargada de afecto a enfermos y a sanos. Que se vuelca en quienes necesitan más atención, por estar más desamparado; y la vez evita que la pandemia se extienda.
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