Agradecimiento a las personas anónimas que nos salvaron en la playa de La Espasa
Quiero aprovechar la oportunidad que me da el periódico para dar las gracias a las personas anónimas que se encontraban en la playa de La Espasa (Colunga) el pasado día 21 de agosto .
Hacia el mediodía, mientras mi marido y yo nos encontrábamos disfrutando de un baño, en el maravilloso día de playa, que fue el sábado más caluroso desde hace muchos años, en un mar en calma, nos vimos arrastrados sin apenas darnos cuenta por una corriente, y, en cuestión de segundos, no encontramos metidos mar adentro .
Tras luchar contra la corriente, con todas nuestras fuerzas, tanto mi marido como yo nos dimos cuenta de que nos iba a resultar imposible salir sin ayuda, tras tragar mucha agua. Pedimos ayuda y gritamos «socorro» lo más fuerte que pudimos.
Cuando realmente nos dimos cuenta de que no íbamos a salir, nos abrazamos uno al otro, y diciéndonos cuánto nos queríamos nos lamentamos por no poder despedirnos de nuestras hijas.
Y en ese momento fue cuando dos bañistas anónimos, y sin conocernos de nada, no dudaron en meterse en el agua y ayudarnos a salir, y ésta es la razón principal para escribir esta carta, porque en ese momento, por el agotamiento y la confusión, no sé exactamente quién nos ayudó, pues sólo recuerdo un bañador de rayas y una chica con bikini negro, que nos atendió en la playa.
Tanto mi marido como yo agradeceremos por siempre ese acto heroico a esas personas que nos ayudaron a que este susto que nos ha dejado impresionados se quede en una anécdota que poder contar.
Por otra parte, ese día la ayuda que obtuvimos fue de los bañistas, puesto el equipo de salvamento de la playa, cuando acudió, fue cuando ya nos encontrábamos en la arena y con un montón de gente alrededor, pidiéndoles ayuda, y la respuesta de los socorristas fue que ellos no habían visto nada anormal dentro del agua.
No sé exactamente el papel del equipo de salvamento de la playa, si son voluntarios o están contratados, pero desde mi punto de vista ese día deberían descontárselo, porque por lo que respecta a nosotros, no estaríamos aquí si hubiéramos esperado a que nos rescataran, ya que los verdaderos socorristas han sido los bañistas anónimos. Y espero que alguna de esas personas que estaba disfrutando del día de playa y nos ayudó en ese oportuno momento pueda leer la carta y así que sientan el eterno agradecimiento tanto mío como de mi marido y, por extensión, de mis hijas.
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