Violada en grupo por llevar una camiseta de Vox
La noticia, tremenda, cuando escribo estas líneas, no ha salido en ningún telediario. Al parecer, una mujer de unos 30 años, auxiliar de enfermería, ha presentado una denuncia por haber sido violada por tres magrebíes que la introdujeron a la fuerza en una furgoneta, le metieron algún objeto (no ha podido precisarlo) en la vagina y en el ano, y le quitaron una camiseta con el emblema de Vox que llevaba para hacer deporte. Según consta en la denuncia, tres finalizar la violación grupal los magrebíes le espetaron: “Mañana no te vuelves a poner esta camiseta!”. En los casos de violaciones, más en grupo, a los que siempre hemos defendido la presunción de inocencia, como en otros delitos, a sabiendas de que a veces hay denuncias falsas, nos ha caído las del pulpo, pero llama muchísimo la atención, no solo que una noticia como esta, tan truculenta, no abra informativos y aparezca destacada en las páginas de sucesos, sino que las de “nosotras sí te creemos” estén desaparecidas, no hayan convocado manifestaciones en toda España y concentraciones a las puertas de los ayuntamientos. ¿Habrá mujeres de primera y segunda clase, incluso en las violaciones, dependiendo de su afinidad política? Y, por tanto, ¿se habrá estado utilizando el asunto de las violaciones groseramente con alguna intencionalidad política? Al parecer, cuando le han preguntado a la ministra de Igualdad, Irene Montero, sobre este asunto ha contestado: “Estoy contra el fascismo”. Patético. Estos izquierdistas de pacotilla están muy perdidos, porque yo estoy completamente seguro de que comunistas de verdad, como Julio Anguita, jamás hubieran actuado de la misma manera; al contrario, hubieran condenado, como yo condeno, sin ambages, esta violación si, en efecto, ha sucedido, lleve la mujer una camiseta de Vox o de cualquier otra formación política. El tratamiento político e informativo y el oscurantismo que se ha dado a este caso deja, evidentemente, sin autoridad moral a los que los practican para en el futuro condenar otros casos similares. Pero el poliedro tiene más caras. Las violaciones grupales perpetradas por magrebíes, casi siempre marroquíes, que han sido numerosas en España, han sido minimizadas cuando no silenciadas, bajo la coartada de no demonizar a los inmigrantes irregulares. Los que defienden ese tipo de inmigración sin control alguno tienen que esconder las consecuencias perniciosas de su irresponsabilidad. Otra cara del poliedro, la más peligrosa, es lo que está sucediendo en Cataluña con Vox. Los de Abascal y Garriga han tomado el relevo en el Parlament a la oposición que durante años hicieron los de Ciudadanos, pero con un discurso mucho más radical. Los independentistas no están acostumbrados a escuchar cosas que no les gustan en su feudo y, aprovechando que Vox es un partido de extrema derecha y la idiotez de la izquierda desnortada, han demonizado a ese partido llevando su discurso de odio a las calles. A mí esto me recuerda mucho lo que pasó con el PP en el País Vasco en “los años de plomo”: unos apuntaban y otros disparaban. A mí jamás me podrán decir que colaboré en el asesinato de Miguel Ángel Blanco o en la violación de una chica por llevar una camiseta de Vox. El colmo de este asunto es que independentistas, socialistas y comunes se han unido en el Parlament para sancionar a Ignacio Garriga, líder allí de Vox, y declararlo “persona non grata” por vincular muchos de los delitos que suceden en Cataluña con la inmigración irregular y apuntar incluso nacionalidades de los delincuentes, algo que todo el mundo sabe perfectamente en Cataluña, igual que sabe cómo los independentistas se apoyan en la inmigración para sus fines a base de repartir el dinero de los catalanes gentilmente entre los extranjeros. Que lo que dice un portavoz parlamentario no te guste no te da licencia, tenga razón o no, para reprobarlo, porque es un representante de la soberanía popular. ¡Cuidado! Porque hoy se lo hacen al portavoz de Vox y mañana te lo pueden hacer a ti. ¿Con qué autoridad moral vas a protestar entonces? Así que solo me resta desear que se aclare el asunto de la violación, si así ha sucedido, dar todo mi apoyo a la víctima, que paguen los violadores si en verdad son culpables y decir, alto y claro, que no deseo para Vox lo que no desearía para mí, aunque esté en las antípodas políticas del partido de Abascal.
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