Zapatero, a tus zapatos
El vicepresidente de Bolivia, ante los micrófonos de nuestra televisión pública, declaraba uno de estos días que "la Iglesia ha denunciado que el capitalismo es el responsable de la pobreza". Le faltó añadir: "A los hechos me remito: en Cuba, en Venezuela, en Nicaragua, acabando con el capitalismo hemos acabado con la pobreza; muerto el perro se acabó la rabia".
Es obvio que el devoto Vice quería llevar el agua a su molino; el agua de la autoridad de la Iglesia al molino del populismo socialista. Pero no lo es menos que de "Laudato si" y de "Fratelli tutti" se pueden extraer no pocas citas que van en el sentido de vincular la economía liberal con la pobreza y el saqueo de los recursos naturales. El Papa empeña su autoridad en una materia en la que tal vez no debiera tomarse en consideración otra autoridad, siempre relativa y nunca dogmática, que la de los expertos contrastada con los resultados.
Reconocer que el Papa Francisco es una bellísima persona animada de las mejores intenciones no supone dar por bueno que todas sus opiniones en economía y política vayan a misa. No sería la primera vez que, con las mejores intenciones, se hace un pan como unas tortas (por decirlo de una manera suave).
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