Rosita Morán, grande
Amiga mía, el destino quiso en estos momentos de la pandemia que nos trajo muertos, enfermedades, sufrimiento, calamidades y tantas cosas más. Hubiéramos necesitado vernos mucho más para animarnos y consolarnos y así poder contarnos nuestros secretos. No fue así. No fue posible.
El destino no lo quiso. Hubiéramos querido que fuese diferente, de otra manera, Rosita. Nosotras hubiéramos querido otra cosa mejor, pero el destino lo quiso así, querida amiga.
Solo nos queda poder seguir juntas, desde la distancia, así podemos seguir contándonos nuestros secretos.
Tu Rosita, en la gloria estás, intentarás que el Todopoderoso nos ayude, para salir adelante, para "que nos llegue a nosotros", "que nos llegará". Quisiera ser tan valiente como tú, sabiendo que era el final y sin perder tu naturalidad, elegancia, simpatía, amiga mía, tu personalidad, ese cariño que tú sabías dar a todos. Con esa sonrisa en tu rostro tan característico en ti, Rosita Morán. Supiste llegar a todos tus amigos, por importantes que fueran, supiste ganar a todos tus amigos, sabiendo que era el final.
Qué lección nos diste a todos, amiga mía. Estás cerquina de la Santina, gracias a ella nos guiarás por el camino recto que tú siempre seguiste. Siempre animando a todos a visitar tu querida tierra, Benia de Onís, en tu maravillosa casa, para disfrutar el entorno maravilloso y poder disfrutar de estos exquisitos manjares que solo tú sabías preparar, Rosita.
Nunca más te podré olvidar.
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