El lazo rosa
Laura, Ángela, Nerea, Lara, Mónica, Sara, Claudia, Nea, Lucía, Susana, Eita, Azucena, Clara, Marta, Andrea...
Como cada 19 de octubre, no puedo evitar pararme a pensar en las mujeres que me rodean mientras las calles se llenan de lazos rosas colocados sobre el pecho de cada una de nosotras.
¿Quién no tiene una amiga, compañera, familiar, vecina, conocida... que haya sufrido cáncer de mama?
No podemos normalizar la situación, ni admitir sus secuelas, ni asumir que una mujer muera en el mundo cada 53 minutos de manera abrasiva... y continuar con nuestra vida.
Luchemos contra el tumor maligno más frecuente entre la población femenina.
Acompañemos en cada una de sus fases.
Exijamos más recursos.
Eduquemos por y para la salud.
Rompamos con la inercia.
Seamos conscientes de que el cáncer de mama no debería tener un Día Mundial.
El lazo rosa está muy bien, pero hemos de tener clara la premisa más importante de todas:
La venganza tiene nombre propio y se llama Investigación.
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