La Nueva España » Cartas de los lectores » España, nuestra patria

España, nuestra patria

2 de Octubre del 2010 - Julio García García (Oviedo)

España es nuestra patria. Esto es algo objetivo, como lo son nuestros padres. Igual que nacemos en una familia, lo hacemos en una nación. No los hemos elegido, pero son los nuestros y a ellos nos debemos. Pero ¿qué es una nación?, ¿qué es España?

La nación española es el resultado de un largo proceso histórico de integración que culmina con los Reyes Católicos.

Entre los factores de ese largo proceso hay uno que es fundamental, y es que los diversos reinos existentes en la Península tenían la nota común de la fe cristiana, lo que significaba un modo idéntico de entender al hombre, la vida, la familia, a Dios.

A principios del siglo VIII la Península fue invadida por un pueblo que pretendía dominarla e imponer, por la violencia, una concepción religiosa distinta de la cristiana.

La fe común de los reinos cristianos y su amor a la independencia los hizo mantener una lucha que duró más de siete siglos.

Lograda su unidad, España acometió la empresa de descubrir un Nuevo Mundo, al que llevó su fe, su idioma, su sangre y su cultura.

Para que surja una nación no basta con un territorio, una población y un Estado. Lo que determina una nación y mantiene su unidad es el sentirnos unidos por un quehacer común, por una empresa colectiva. Si lo que determinase y mantuviese una nación fuesen los factores étnicos, lingüísticos, usos y costumbres, es decir, lo espontáneo, lo natural, los nacionalismos regionales superarían al nacionalismo español, pues el tirón de «la tierra» es tanto más intenso cuanto más próximo.

Los nacionalismos separatistas más peligrosos para la unidad de España son los que plantean la nacionalidad sobre lo telúrico, lo nativo, el lenguaje, los usos y costumbres locales.

Pero para que un pueblo que logró su unidad la conserve se precisa algo superior a lo natural, a lo espontáneo, algo que clave sus raíces en valores superiores y permanentes, capaces de suscitar una empresa común, un quehacer colectivo, superador de lo accidental, lo intrascendente. Y esa empresa común que España representa ha de tener como fundamento esencial la dignidad de la persona humana. Esa dignidad es un don de Dios, que ha hecho al hombre portador de unos valores eternos, como son su capacidad de bien, su capacidad de verdad y su capacidad de belleza.

Y sobre esa dignidad y de las importantes consecuencias que de ella se derivan ha de articularse esa empresa colectiva que se llama España: el Estado, que ha de ser el motor, el servidor de ese quehacer colectivo, ha de tener clara idea del mismo y subordinar a él los intereses de partido, clase, grupo o locales.

Pero ¿qué está ocurriendo en España? ¿Dónde está ese Estado capaz de unirnos en esa empresa común? ¿Desde dónde se informa y educa a los españoles en el sentimiento y el servicio a España?

La realidad es que tenemos 17 comunidades autónomas, con una estructura reproducida del Estado; con sus presidentes, sus gobiernos, sus ministros (denominados consejeros), sus directores generales, sus diputados, sus parlamentos, con competencias en gran parte propias del Estado, sus banderas, sus himnos, sus televisiones...

Con todos esos elementos, unidos a la exaltación de lo local, va resquebrajándose el sentimiento de la patria común, de España, que corre el grave peligro de romper su unidad.

De vez en cuando hay episodios esporádicos de españolismo, como ocurre con las hazañas deportivas, en los que se vibra con la bandera nacional y los gritos de «¡España! ¡España! ¡España!», pero son fugaces, pronto se disuelven en lo políticamente correcto, es decir, en lo patrióticamente incorrecto.

Perdida la fe en una empresa «todo se disuelve en comarcas nativas, sabores y colores locales... Ya no hay razón, si no es de subalterna condición económica, para que cada valle siga unido al vecino».

Cartas

Número de cartas: 45165

Número de cartas en Mayo: 7

Tribunas

Número de tribunas: 2039

Número de tribunas en Mayo: 1

Condiciones
Enviar carta por internet

Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.

» Formulario de envío.

Enviar carta por correo convencional

Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:

Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo
Buscador