Unquera-Llanes, qué vergüenza
Hace unos días fui con mi familia de excursión a Cantabria. Vivimos en Avilés y, por tanto, cogimos la autovía en dirección Gijón y después hacia Santander. Todo iba normal hasta unos kilómetros antes de llegar a Llanes. De repente, pasamos a una carretera de las antiguas, del año de la pera, teniendo que pasar en unos metros de 100 kilómetros a 50-40 y a veces a 10 kilómetros por hora o incluso en caravana. En seguida me acordé de las infraestructuras de primera e impuestos de segunda del inefable señor Blanco, el malogrado letrado y también me acordé de su señora madre y de las múltiples ayudas del Gobierno al pie zambo, a la coordinadora de lesbianas y gays de Zimbabue, del mapa del clítoris, de las ayudas a Marruecos, a Bolivia, etcétera, con lo bien que podrían haber sido empleados esos millones de euros en hacer ésta y otras muchas obras en este desgraciado país antes llamado España.
Debería darse una vuelta por esas carreteras a medio hacer el ilustre ministro para todo y aguantar los atascos, especialmente los fines de semana, y veríamos si seguía manteniendo sus palabras. Y es que merecemos un Gobierno que no nos mienta. ¿Verdad, señor Rubalcaba?
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