El milagro de existir
No sé si pecaré de ingenuo, de idealista o de estrambótico, pero a mis 78 años no tengo la sensación de estar llegando al final de los días, sino más bien al contrario. Celebro cada amanecer como un regalo de la naturaleza y respirar como un premio, sin otro objetivo que vivir, sin tener en cuenta el paso del tiempo ni considerar que los conceptos de vejez o de tercera edad tengan más valor que una simple definición académica.
Vivir, a cualquier edad, es un privilegio, un lujo que hay que aprovechar, saborear y disfrutar, y más intensamente a medida que se van cumpliendo etapas, porque siempre es más estimulante lo que quede por vivir que lo vivido. El presente, el instante. Ni el pasado, por amortizado, ni el futuro, por imprevisible. Lo que cuentan son los momentos, todos los momentos, las sensaciones y las emociones que vamos experimentado, segundo a segundo.
Despertar, cada mañana, es empezar a vivir, un sueño hecho realidad, un autentico milagro, el milagro de existir.
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