Francis Franco y Alberto Rodríguez
Quizás no alcanzo a ver la situación con la objetividad necesaria para entender qué ocurre, pero el problema evidentemente existe, la llaman "justicia" y, por desgracia, los hechos me demuestran que se imparte en función de la familia a la que pertenezcas, los apellidos, la filiación política o el título nobiliario que puedas acreditar.
No creo que sea necesario enumerar sucesos como el "escándalo Supremo" del alto tribunal respecto a las hipotecas, la polvareda que generó el caso de "la Manada" o la aquiescencia de la justicia con el "emérito", permitiendo que las investigaciones (filtradas) avancen a la misma velocidad que el mismo Juan Carlos I podría desplegar actualmente (es decir, cojeando y apoyado en las muletas), son solo una muestra de la colección de escándalos de los órganos judiciales.
Hace unas semanas, Alberto Rodríguez (exdiputado de Podemos), era condenado en un juicio al más puro estilo hispano. Para comenzar, la Fiscalía reconoce dilaciones indebidas (nada menos que 8 años), posteriormente rebaja la acusación (pedían 6 meses) y se le condena a pagar 540 euros (por ser la condena inferior a tres meses), las pruebas en las que la Fiscalía basa su acusación se reducen única y exclusivamente al testimonio del agente, sin ninguna otra prueba que corrobore los hechos aducidos por este. Por si todo esto fuera poco, la sentencia incluye voto particular discrepante de dos magistrados (algo raro, puesto que la Sala de lo Penal suele resolver por unanimidad), que entienden, ojo, que la sentencia debió ser absolutoria porque la prueba aportada en el juicio está "muy lejos" de ser suficiente para derribar la presunción de inocencia, más aun cuando el agente dijo reconocer al acusado de otras manifestaciones, en las que había mantenido un comportamiento normal. Y es que reconocer a una persona con peinado de "rastas", que mide casi dos metros, es fácil de recordar, pero si en el momento de los incidentes no era más que un manifestante, y de repente es un diputado, creo que hasta un tonto puede entender las dilaciones a las que hacía referencia unas líneas atrás.
No me extraña nada que el exdiputado dijera: "Supongo que si hubiera robado 5 millones de euros ahora estaría absuelto", porque la justicia española mira y mucho quién está sentado en el banquillo, y no los hechos probados, que a la postre deberían servir para condenar o absolver al acusado, como diría Felipe González (obviamente en relación al "emérito") respetando la presunción de inocencia.
Este hombre, al que la prensa conservadora llama "el Rastas de Podemos", hijo de una maestra y un electricista, es técnico superior en Química Ambiental y trabajaba como operador en una refinería de petróleo, vivía en un piso humilde de 69 metros cuadrados, ganaba 50.695 euros al año, curiosamente más de lo que percibía como diputado (cerca de 45.000 euros), y en 2016 pidió un préstamo hipotecario de 56.000 euros, declarando unos depósitos bancarios por valor de 11.787 euros.
En vista de los hechos, y la decisión de Alberto de dejar su escaño y la política, cuando en el Parlamento no veremos jamás a nadie dimitir, a no ser que lo estén sacando a patadas, ¿creen ustedes justo el trato de la Justicia española hacia el exdiputado?... Si no lo tienen claro, les voy a contar una bonita historia: en 2012 dos agentes de la Benemérita observan un vehículo circulando sin luces y salen tras él. Le hacen señales para que se detenga pero el vehículo se interna en una vía forestal para tratar de despistarlos, se salta un stop, vuelve a la carretera y de nuevo intenta despistarlos adentrándose en otra pista forestal. Una vez parado el vehículo, uno de los agentes se baja del coche y (ojo) ordena al conductor dejar el arma de fuego que le había visto el agente... ¿Sabéis qué hizo el conductor? Pues dar marcha atrás golpeando el vehículo policial y causando lesiones a uno de los agentes. En 2018 un Juzgado falló que el conductor era Francis Franco, porque conductor y vehículo habían sido reconocidos por el agente, y lo condenan a 30 meses de cárcel, pero finalmente la Audiencia Provincial da por buenos los testimonios de unos testigos que decían estaban con él en Madrid y lo absuelven.
Ustedes verán... como dijo Quevedo: "Donde hay poca justicia es un peligro tener razón".
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