El truco del Jalogüin
Entró en España como una inocente “americanada”, celebración de los niños, a través del cine y de las series televisivas, cual McDonald’s y hamburguesas, y poco a poco empezó a imponerse como costumbre en los centros educativos de manera que llega a ser considerado no normal, sino corriente.
Sin embargo, lo que se mostraba como celebración inocente de no sé qué demonios (nunca mejor dicho), pues no se explica –no interesa– a qué viene tal “festividad”, realmente está encubriendo la realidad de la vuelta a unos rituales paganos, de oscuro origen nórdico, en los que se invoca a los muertos, retándoseles, en un presunto regreso al mundo de los vivos. Tales ritos conllevaban sacrificios humanos y, por supuesto, la adoración a deidades falsas. A día de hoy, los “vivos” son los que intentan aprovecharse de la situación para reintroducir oscuros cultos, no solamente idolátricos, sino sustancialmente satánicos y luciferinos, dejando abierta una puerta para la entrada al encuentro con el “señor de la mentira”, con el diablo, con el consiguiente riesgo de convertirse en servidor de Lucifer. Este, precisamente a través del engaño, por su odio a la humanidad, trata de conseguir adeptos invocando una falsa libertad que, al final, les convertirá en esclavos de un mal señor que no solo no les ama, sino que les odia.
Los que nos reconocemos católicos y cristianos, en general, debemos entender que tales “conmemoraciones” van totalmente en contra de nuestra fe y darnos cuenta de que no podemos consentir, ni siquiera con el mero silencio, la introducción de estos ritos satánicos, máxime cuando están tratando de manipular a los más débiles e indefensos: los niños.
Los padres, por supuesto católicos, pero también aquellos que sencillamente son personas razonables, aun alejadas de la fe cristiana, deben analizar si conviene al bienestar de sus hijos conectar con tales liturgias, pues les pueden conducir a los brazos de Satán, cuyo mayor triunfo hoy en día es, precisamente, lograr que los hombres piensen que no existe.
Afortunadamente, parece que, en la España de raíces cristianas, se comienza a animar a los niños a que, vistiéndose de santos, celebren la fiesta verdadera de Todos los Santos.
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