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Ironía y gravedad

7 de Noviembre del 2021 - José Luis López Tamargo (Oviedo)

Hay nacionalismos de Estado y nacionalismos reactivos de minorías regionales que aspiran desde sus postulados a verse reconocidos y respetados. Es cierto que el español o castellano es la lengua común de todos los españoles y tesoro muy relevante, pero bastante gente de mentalidad centralista jamás ha tenido ningún interés por expresiones como “amatxu”, “seny”, “vesprada”, “gofio”, “xeito” o “prestosa”. El imperio español de la Cruz de Borgoña era pluralista y católico universal, con presencia en el globo y los anchos mares. Nacionalismos bastante recelosos de la uniformidad como el catalán, el vasco y, en menor medida, el gallego son apoyados por grupos de influencia y burguesías regionales (con grandes intereses económicos y financieros en el resto del Estado) y discursos muy de ruptura, puesta en escena secesionista, victimista y de manipulación total de la historia, con apoyo sociológico mayoritario, últimamente (siendo, en realidad, las comunidades de España más heterogéneas y diversas, que más gente recibieron de todas partes de España). El nacionalismo español (Aznar, Rajoy) pactó con los nacionalismos catalán y vasco siempre, y eso es innegable. ¿Es España una invocación autoritaria y unanimista, de planteamientos fuera de la realidad, preconstitucionales y retro? Para mucha gente eso parece ser, de ahí los postulados ideológicos de Vox, una formación escindida del PP, nostálgica y con un imaginario que no admite la diversidad. Pero siempre ha habido también un patriotismo español inclusivo y con historia digna de avances, educación y servicios públicos universales, tolerante y equitativo social. Europeísta. Con una memoria de cuando se gritaba “rojos al paredón” e imperaba el miedo. Firmes creencias en ideales avanzados para hombres y mujeres de identidades compartidas y sociales. España es una Constitución democrática representativa de una gran nación plural viva, estructurada en autonomías. Se han dado excesos en el nacionalismo, de ahí el no cumplimiento montaraz de la Constitución en cuestiones lingüísticas en las comunidades autónomas “de primera”. Hay procesos secesionistas aplazados, después de tumultos y levantamientos, marchas y proclamaciones unilaterales de independencia totalmente fracasadas, precipitadas e ilegales. Y esa es la realidad sin paliativos. El nacionalismo es una pasión expansiva, una sustancia adictiva altamente inflamable, y quiere hegemonía y supremacía en un territorio o en todo un Estado-Nación en crisis. Sensatez. En Asturias somos muy españoles y muy asturianos de aquí, tal vez con un orgullo algo fatuo, imbricado en un profundo regionalismo sentimental de Reconquista y pelayismo. Gaita y fabada. Los asturianos hemos fundado casi cientos de centros y casas regionales tanto en el extranjero como en España. Vivimos en sociedades abiertas, pero no podemos especializarnos solo en turismo y exportar mano de obra joven y cualificada. Lo que precisa Asturias es innovadores y empresas, empleo y marca de calidad, fortalecer un Estado del bienestar humanizado. Progreso social y futuro. El tema del bable/asturianu o llingua y del gallego-asturiano se ha convertido en tema estrella mediático. El asturiano y la fala son lenguas reconocidas por Europa, leyes, expertos y Universidad, subvenciones y hasta proposiciones no de ley del Congreso. Perviven cotidianamente y existen en diversos grados de pureza y dependiendo del contexto diglósico. Yo nunca me mofé, discriminé o arremetí contra otros asturianos que “tarrecen” el bable. La ofensiva por parte de los poderes económicos, sociales y académicos de Asturias está siendo implacable y con los prejuicios de siempre (que el asturiano no vale para nada, que hay docenas de bables, que vamos a ser la risión, etc.). Solo sé que hay apoyo social, industria cultural n’asturianu, publicaciones, musiquina y xente. Miren, uno de los pegollos de mi biografía sentimental (y la de tantos) ye cuando la mi trubieca güelina dicíame a la oreyina: “Jose, ta xelando”, “aballé faciéndote la tortillina” o “ta de torba”. La cerradura llamábase “peslera”, la higuera siempre fue “la figal”, “el nietín yera guapín”.

El mundo afectivo era “xatín”, “melandro”, “raposu”, “foína”, “veiga” o “llambionada”. Como diz Xuan Bello nel so poema universal “Paniceiros”: “L’abandono de nueso”. Autores como P. Marín Estrada, Sánchez Vicente, Pablo Texón, Lourdes Álvarez son de brillante calidad. Grandes artistas como Robert Burns, Pasolini, Plá, Castelao o Frédéric Mistral fueron escritores en lenguas regionales. Ye cultura de raíz y de derechos humanos de les minoríes culturales.

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