Luz y energía
La energía eléctrica, limpia y de fácil distribución, aumenta su consumo vertiginosamente en todos los sectores, industrial, locomoción, hogares... Su producción marca la riqueza y pujanza de una nación. No comprendo cómo no fuimos capaces de haber desarrollado ya uno o varios sistemas de producción que no contaminen, abundantes y a un precio asequible.
Allá por 1973, una de las guerras árabe-israelí desencadenó la crisis del petróleo, que España capeó mejor que otras naciones, pues nuestra energía eléctrica era básicamente atómica e hidráulica.
Poco después, la hidráulica la vetaron. No se podía consentir que los embalses anegaran campos y pueblos. Hoy (véase la España vacía) los estamos perdiendo en cantidades inmensas. Países como China y la India están construyendo embalses gigantescos.
Somos un país montañoso con infinidad de pequeños ríos y regueros de un gran desnivel, que sin necesidad de embalses e instalando minicentrales la cantidad de energía ecológica, barata y continúa conseguida sería algo sensacional. Pero el agua había que dejarla discurrir por su cauce natural. A poder ser energía nacional. Gas y petróleo además de contaminar son cada vez más escasos, caros y sujetos a vaivenes políticos y estratégicos que no podemos controlar. El día, que seguro llegará, que tengamos otras mejores fuentes (fusión atómica, hidrógeno...), a esos embalses se les podrá asignar otro destino, como regadíos, industrias... o quitarlos y surgirán mejores tierras que las anteriores.
Con las nucleares más de lo mismo, en 1984, a consecuencia de unos asesinatos de ETA, se suspende la construcción de cinco centrales y se paraliza el programa nuclear, cuando éramos punteros a nivel mundial. Le vendíamos la energía a Francia; ahora se la compramos al igual que otros países. Su producción es 79% nuclear.
Las de carbón las estamos cerrando. Bien, pero otras naciones las están construyendo. El gas dicen ser el causante del desbocado aumento de la factura eléctrica, hasta el punto de poder tumbar nuestra maltrecha economía. De momento nos está abocando a una inflación que, junto a una disparatada deuda pública y el aumento de sus intereses, más pronto que tarde nos llevará a un futuro muy incierto.
El Estado, como cualquier familia u empresa, debe tener haberes, no deudas, en consonancia con su volumen de movimiento económico para poder actuar en momentos difíciles. La factura eléctrica, cuyo importe total en un 60% son impuestos estatales y ecológicos, debería poder rebajarlos de forma drástica e incluso temporalmente en su totalidad. El Gobierno, me temo, ni puede ni quiere dado el actual estado de cosas, pero las consecuencias no serán buenas. Los Presupuestos estatales, que ahora se tramitan, más la ayuda europea deberían orientarse preferentemente a crear riqueza y puestos de trabajo. Lo demás, limosna para hoy y hambre para mañana. Nada de estirar los pies donde no llega la manta porque te quedas al descubierto. Parece que solo miramos el hoy; el que llegue detrás que arree.
Y eliminar gastos, que hay mucho donde. Duplicidades entre el Gobierno central, con 22 ministerios, y 17 autonómicos, que, parece, quieren acabar con el paro creando empleo público. Algunos muy necesarios, otros diré que no tanto. Favorecer empleos empresariales que crean riqueza y pagan impuestos.
Y cuidado con las puertas giratorias para filtrar políticos venidos a menos, que no son pocos. Por ejemplo, los José Blanco y José Montilla, que entran en una gasística con sueldos de 160.000 euros anuales, cuando sospecho que sus conocimientos sobre su nuevo “trabajo” deben ser más bien cortitos, y no creo que sean nada excepcional… ¡Cómo va a estar barato el gas!
Susana Díaz ganaba 4.600 euros mensuales como presidenta de la comunidad andaluza, hoy senadora y presidenta de una de las comisiones senatoriales con 6.500 euros por 14 mensualidades. Entre otras empresas, Altos Hornos cambia el carbón por energía eléctrica. Sánchez anuncia que para 2040 solo circularán automóviles eléctricos. ¿Cómo abasteceremos semejante demanda? Quizá la eólica en correlación con el hidrógeno; el tiempo dirá, pero se necesitarán grandísimas inversiones. La fusión atómica no es todavía una posible realidad.
Debe rellenar todos los datos obligatorios solicitados en el formulario. Las cartas deberán tener una extensión equivalente a un folio a doble espacio y podrán ser publicadas tanto en la edición impresa como en la digital.
Las cartas a esta sección deberán remitirse mecanografiadas, con una extensión aconsejada de un folio a doble espacio y acompañadas de nombre y apellidos, dirección, fotocopia del DNI y número de teléfono de la persona o personas que la firman a la siguiente dirección:
Calvo Sotelo, 7, 33007 Oviedo

