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Oficialidad de la llingua, ¿por qué?

5 de Noviembre del 2021 - Jorge Luis García Álvarez (Oviedo)

Como asturiano de generaciones perdidas en el tiempo, me veo obligado a opinar sobre este montaje de la oficialidad de la lengua asturiana.

¿Qué lengua, señor mío? –Eso me gustaría saber a mí–.

Todo empezó como el apacible susurro de un arroyo, el cual nunca pretendió convertirse en catarata, pero hoy atruena como tal. Aunque a mi edad ya muchas cosas me la soplan, una de ellas esta, la oficialidad. Pero no puedo ser indiferente por considerarme y practicar de asturiano, aquí y donde quiera que fui. Mira tú, que Asturias no es bella, culta y monumental sin falta de que un grupo de personas, también asturianas, estén creyendo que este asunto es “vital” para la sociedad asturiana. Qué le vamos a hacer. Yo trataré de manifestar mi opinión como tiene derecho cualquier asturiano o empadronado en Asturias, que también administrativamente cuenta. Ser asturiano es mucho; ser un ciudadano del mundo es más, y ahí es donde debe mirar el conjunto de la sociedad asturiana. Que en época temprana, por el capricho, he dicho bien, de un papá y de una Administración que lo autoriza, un niño o niña tengan que perder el precioso tiempo de sus años más productivos intelectualmente en aprender un bable o fala es un disparate. Todos los asturianos hasta hoy lo hemos aprendido por transmisión oral, sin tecnicismos artificiales “presuntamente académicos”. Por pura convivencia vecinal, social... ¡Pero esta! ¡Una llingua, dicen! Inventada, manipulada por la afición al bable; el gusto u ociosidad, a saber qué intereses hay ocultos. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Si algo está claro, es que el bable está presente en cuatro zonas de Asturias: la oriental, occidental, central y limítrofe con León. Y una más, la costera. O sea, un hermoso puzle para amalgamar y sacar una llingua artificial. Sin valor práctico alguno, salvo para sentir esa calidez los que queremos emplear frases o palabras de nuestra identidad regional. Fuera de ella, para nada más da, tanto en brillantez como en cultura. Veo muy bien que exista una Academia de la Llingua para todas aquellas personas que disfruten del acervo cultural que ella encierra, pero, ¡por favor!, dejen tranquilinos a los guajes. Que decidan de mayorinos, previa consulta a su papín, que sería el artífice hoy de metelu a estudiar bable. Estas prácticas de expresión asturiana se han de tomar desde la madurez. El tiempo que le roben a un niño en su época intelectual más fértil yo no lo acepto. ¿Por qué? Porque la lengua es un medio único para convivir en el mundo. Tenemos una lengua materna “de primerísima categoría”, el castellano o español. Cuando salgamos de España, deberemos estar preparados para dominar otro idioma, el cual nos requerirá de tiempo y esfuerzo. ¿Cuál? ¡Cualquiera! El tiempo de la niñez es oro y no se puede despilfarrar en aprender algo inútil fuera de Asturias. ¡Hombre, salvo que pretendamos volver a ser una tribu!, no es el caso. Que el niño invierta el tiempo estudiando una lengua que le haga ser alguien en el mundo. Inglés, parece lo más obvio; mandarín, árabe. No digo indio, porque allí el inglés es lengua oficial. Usted viajará sin problemas y hay ciento veintitantas lenguas reconocidas en la India. A mí me tocó francés y latín en mi plan de estudios, pues el primero algo me sirvió y el segundo me dio muchísima cultura a pesar de no hablarlo, pero sí leerlo. Son miles los monumentos con inscripciones en latín. Hace unas semanas visitando el Coliseo romano, los cartelitos informativos por todo el monumento estaban en italiano, inglés y mandarín, ni uno más. El idioma chino llegó a la Ciudad Eterna y se asentará por el resto del mundo. Me estoy saliendo del tema, vuelvo. Me molestaría ver un documento oficial de la Administración escrito en español y en bable refiriéndose a fecha de nacimiento con algo así, debajo, “feita nacimentu”, por poner un burdo ejemplo. ¡Vamos, qué broma ye esta! Dejemos las cosas como están y, si tan importante ye, y los asturianos lo aceptan, tiren de referéndum. Lamento que el PSOE, sensato hasta ahora en este tema, se meta en este charcu. Nadie está en contra de hablar o escribir en bable, pero libremente, sin imponerlo. Quiénes son los que quieren promover todo este rollo de la “Oficialidad” lo ignoro. Pero que los lleva a ello intereses pecuniarios lo doy como objetivo principal. Para terminar, les voy a escribir la palabra más significativa que, para mí, tiene el bable. Igual resulta que alguien vien después diciendo que ye de origen árabe, ya veremos. Creo que esta palabra la entienden todos los asturianos: “babayu”. Me da la impresión que hay personas cayendo en esta definición sin darse cuenta, y tal vez vayan en aumento. Razonen: les babayaes salen caras. Hay que mover la cabecina por encima de los aduladores con sentimientos de asturianía. Cultura asturiana, sí, ¡siempre! Manipular con este asunto a la sociedad asturiana, sin valorar las consecuencias perversas que pueden acarrear, no.

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