Y sigo a vueltas con el día
Si soy así, que voy hacer, con la gestualidad del tiempo, no me puedo contener. No digo yo que sea determinante en mi estado de ánimo, porque, evidentemente, hay adversidades de las que, ni el día más propicio para el gozo, te puede sacar del pozo. Pero esos días en que el ánimo se haya en suspenso, sin saber adónde ir, ¡sin duda alguna! la oferta del día va a decidir.
En su momento dije yo, aunque casi nadie se haya enterado, que no se me habían borrado mi primera impresión de un día tropical, ni mi primera en el regreso al... mediterráneo-montañés de Barajas.
En Puerto Rico, traspasé el umbral de la aeronave, el sol me cegó, me abrasó la cara y no decidí, el arco reflejo lo hizo por mí, me hizo cerrar los ojos y llevar mis manos al rostro para protegerlo.
Cuando, muchos años después, al mediodía, el umbral del avión se abrió a mis ojos en Madrid, la sensación se ralentizó, fue poquito a poco que me hizo pensar: qué apagado, macilento, triste...
Qué cosa, ahora mismo voy experimentando, sintiendo, lo que estoy escribiendo... Me he quedado suspendido en la melancolía que me imponen, los recuerdos y el rotundo gris de mi ventana... Sóoo acierto a decir: de nada tengo gana, ni siquiera de escribir.
Y el día vuelve a decidir. Solo diré: hasta la próxima (si nada lo impide).
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