¿Prohibir la prostitución? Sí, por favor
El pasado 6 de noviembre aparecía en la "Tribuna" de este mismo periódico un artículo de Francisco Sosa Wagner acerca de la prohibición de la prostitución, uno de los textos más misóginos con los que me he encontrado en mucho tiempo.
En su alegato en contra de abolir la prostitución compara Francisco Sosa Wagner a las mujeres prostitutas con servicios acogedores para paliar las molestias del cambio climático o ante la amenaza del gran apagón. Como quien se compra un puzle o un buen libro para disfrutar en el hogar. ¿Todavía no se ha enterado este señor de que las mujeres no somos mercancía, y de que los hombres no buscan placer físico en la prostitución, sino poder? ¿Os sentís menos hombres si no domináis a las mujeres? ¿En tan poca estima os tenéis?
Para este señor la diferencia entre una amante (que él llama, entre otros sustantivos despreciables, "el lío, el apaño, la otra") y una prostituta no existe, y parece que tiene miedo a que se prohíba también la existencia de relaciones fuera de la pareja. Pero su máxima preocupación es que, con la desaparición de la prostitución, merme infinitamente la calidad literaria, pictórica o escultórica, ya que, y volviendo a utilizar sus términos, tener una "golfa" cerca es causa de grandes creaciones artísticas, un abono imprescindible para la actividad creadora. En muy poca consideración tiene Sosa Wagner a genios como Baudelaire o Berlioz si cree que su arte habría sido imposible sin una trabajadora sexual a su lado.
Y, por supuesto, parece que solo concibe la actividad creadora en varones. Quiero pensar que este señor ha tenido contacto con la multitud de obras artísticas de mujeres, que obviamente no han sido realizadas gracias a la prostitución; si no es así, y a modo de ejemplo, le recomiendo que se pase por la web "Creadoras de la Historia de la Música", donde Sakira Ventura, su autora, recoge a muchas de esas mujeres, magníficas compositoras. También lo animo a conocer la obra de Federico García Lorca, uno de los mejores poetas de nuestra literatura; tampoco la musa de Federico fue ninguna prostituta.
Una gran mayoría de las mujeres no ejercen la prostitución voluntariamente, sino como víctimas de explotación sexual y trata. Y, aun haciéndolo voluntariamente, la pobreza condiciona mucho la libertad individual. Ya basta de frivolizar con la prostitución y de machismo disfrazado de opinión.
Laura Prado García
Viella (Siero)
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