Un reverendo funerario de la llingua
El día 3 de los corrientes Alberto Torga y Llamedo publicó en este diario un artículo bajo el título "La oficialidá de la llingua". Su propósito no es otro que alistarse a la campaña de quienes se oponen a la normalización y cooficialidad de la lengua asturiana. Resulta desconcertante que Alberto Torga, que fue tan generosamente agraciado con el don de lenguas del Pentecostés, se posicione en contra de los derechos lingüísticos de un sector significante de asturianos. Torga es persona ilustrada, no ignora que la lengua castellana era un Babel con distintos grupos dialectales antes de que Antonio de Nebrija la normalizara y la reglara con su gramática: "A fin de que agora y de aquí adelante en ella se escribiere, pueda quedar en un tenor y entenderse por toda la duración de los tiempos que están por venir como vemos que se ha hecho con la lengua griega y la latina, has cuales aunque sobre ellas han pasado muchos siglos, todavía quedan en una uniformidad". Lo que fue válido y correcto para estas lenguas también lo es para las lenguas minoritarias, incluida la asturiana.
Torga, que es persona muy viajada, no se apercibió que en países con exigua población se conservan y hablan sus lenguas minoritarias, tal es el caso de Islandia, donde se habla el islandés; Luxemburgo, donde se habla el luxemburgués, el alemán y el francés; Mónaco, donde se habla el monegasco, el francés y el italiano, o Laponia, donde se habla el sami, kven, meänkieli, noruego, sueco, finés y ruso. Sin renunciar a las lenguas autóctonas se puede ser cosmopolita y políglota. Lo que hace inteligentes, cultos y prósperos a los individuos y a los pueblos no es el número de hablantes de una lengua, sino la estima que se tenga de sí mismos, la laboriosidad, el buen hacer, la innovación y la creatividad, no los millones de parlantes de una lengua.
La preocupación y el interés de nuestros políticos, además de los problemas demográficos, económicos, medioambientales, etcétera, incluye las cuestiones culturales y espirituales. No solo de pan vive el hombre. "Haec oportet facere illa non omitere."
Los Derechos Humanos, y la no discriminación por razones lingüísticas es uno de ellos, son indivisibles, interconexos e inviolables, no están sujetos a referéndum ni a la voluntad de las mayorías sociales, ni de las ideologías políticas, son derechos inalienables. Cuando muere una lengua muere un pueblo en el más pleno sentido de la cultura antropológica. Has dejado claro que tú no quieres estar del lado de los médicos y sanitarios, sino del de los funerarios y enterradores.
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