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Oficialidá y democracia

9 de Noviembre del 2021 - Claudio Alvargonzález Terrero (Oviedo)

Mi sensación sobre la decisión de la mayoría parlamentaria de la Cámara asturiana de aprobar sí o sí la cooficialidá del asturiano es que se va a adoptar contra la voluntad de la mayoría de la población asturiana en este momento. Si estoy en lo cierto en cuanto a la impresión del sentir de los asturianos sobre la cooficialidá, estamos ante un conflicto entre mayoría parlamentaria y mayoría popular.

La misma sensación comparten otros muchos asturianos como el expresidente Sr. Rodríguez-Vigil, que “aterrorizó” a los oficialistas con su propuesta de un referéndum.

Obviemos esa monserga que recitan todos los políticos cuando acceden al cargo, sean del partido que sean y gobiernen en el territorio que gobiernen, y que evidentemente no se cree el Sr. Barbón: “Gobernaremos para todos los asturianos, sin intereses partidistas”.

¿Es legal que los que en un determinado momento fueron designados representantes de la voluntad popular adopten una decisión discutida y trascendente en base a su mayoría parlamentaria? Evidentemente, sí. En eso consiste la democracia de partidos.

¿Es legítimo que se adopte esa decisión discutida y trascendente cuando hay serias dudas sobre su apoyo popular? Diría que no.

¿Queremos que la democracia se acerque algo a ese teórico gobierno de los ciudadanos del que tanto se está alejando? Pues deberíamos creer en ella y no parapetarnos detrás de formalismos parlamentarios. ¿Siempre? Evidentemente, no. Paralizaríamos la vida democrática. ¿En circunstancias excepcionales? Sí.

¿Estamos ante una circunstancia excepcional? Creo que sí.

Por los siguientes motivos:

-Es una decisión que supone apostar por un modelo de sociedad tribal e insolidaria. Digan lo que digan los del oficialismu amable, lo que se pretende es aprovechar el arma del idioma no común para diferenciarse y establecer privilegios sobre los del idioma común. Léanse los artículos de los oficialistas, ninguno discute que -con mayor o menor rigor- el asturianu normalizáu (ojo, non l'asturianu que falen dellos asturianos güei) tendrá la consideración de mérito o de requisito necesario para el desempleño en la Administración y la enseñanza.

-Supone un antes y un después en la vida de Asturias como comunidad. Es un nuevo modelo de relación entre la Administración asturiana y sus administrados. Para todos, oficalistes y no oficialistes. Va a acabar obligando a todos a utilizar el asturianu normalizáu, l’asturianu “oficial”, repito, no l'asturianu que fala cada ún según i preste. ¡Tranquilos, oh! dicen los del asturianu oficial, amable o no, que ta ehí l'artículu 3 de la Constitución pa amparavos. Y digo yo, como’l carteru de “Cróniques d’un pueblu”, debe ser que como ta en español los vascos, catalanes y gallegos non son quien a entendelu y por eso pa dir trabayar allí o sabes l'idioma normalizáu o te jodes y trabayes de camareru, ciruxana especialista o inxenieru nuclear, que son a los únicos que non yos piden idioma normalizáu. Pero de auxiliar administrativo, sanitario, policía local, funcionario de la Administración autonómica o municipal, entre otros muchos, ¡miau!

-Es irreversible en la práctica. ¿Cómo vamos a anular los puestos de trabajo públicos -a mi juicio inútiles y perjudiciales para la mayoría de la sociedad- y los privilegios que se creen para los normalizadores y normalizados de la llingua cuando se acredite que la voluntad popular mayoritaria no quería la oficialidá?

-Tiene una notabilísima incidencia en el destino de los recursos públicos de los asturianos, no de una manera puntual, como la ejecución o no de una autovía, sino para el futuro a muy largo plazo. Y palos de la oficialidá “barata”, que ye l'últimu inventu. Cuando algo es inútil e innecesario, lo más barato es no comprarlo, aunque cueste cuatro perres. Ni les cuento si, como se deduce de las palabras del Sr. Trevín, vamos a tener que “normalizar” tres asturianos, la fala, el central y el oriental. Porque si normalizamos solo uno, ¿qué pasa con las otras variantes?

-Y, como señalaba al inicio, es de más que dudosa legitimidad democrática. Fíjense también en que los oficialistes arguyen excusas legales -no es posible el reférendum, la mayoría parlamentaria tiene potestad legal para hacerlo, hay garantías legales para los discrepantes-, pero ni uno solo pone en duda que cuando menos es una cuestión que lleva aparejada una controversia popular como no se ha visto en la sociedad asturiana, y una más que razonable sospecha sobre el veradero apoyo popular a la oficialidá. Repito, la oficialidá.

Porque toda la argumentación de los oficialistes está basada en la premisa de que asturiano es igual a oficialidá. Premisa falsa, oficialidá ye igual a asturianu normalizáu y sus consecuencias. Pa caltener y puxar pel asturianu pue aumentase la dotación presupuestaria pa enseñalu, que na TPA falen solu asturianu, dai más perres a la Academia la Llingua y otros etcéteras. ¡Ah!, peru esu pue quitase si dempués los ciudadanos dicen que esu no yos presta y, claro, esu nun val. Va escontra la voluntá de los parlamentarios oficalistes.

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