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Con orgullo, oficialidad

9 de Noviembre del 2021 - Lluis Gabriel Antuña García (Gijón/Xixón)

En las últimas semanas estamos asistiendo a un debate sobre la oficialidad en medios de comunicación o en las redes sociales, y en menor medida en nuestras calles y en nuestras conversaciones. La agresividad en el tono de algunos que argumentan (más bien gritan) en contra de la oficialidad nos muestra que, efectivamente, están entrando a saco. Algunas afirmaciones de opositores a la oficialidad, así como en general las de los altavoces utilizados para proyectar sus ideas a la sociedad, me dejan perplejo hasta cierto punto, porque no son nuevas. A esta campaña se suma, además, la participación de medios de comunicación fundamentalmente madrileños, y donde aparecen con frecuencia comentarios rancios y trasnochados. O directamente sin sentido. Por ejemplo, en "La Razón" (3-11-2021), Julio Valdeón afirmaba conocer detalladamente nuestra comunidad, ser medio asturiano y sin sonrojarse afirmaba que "...nadie, nunca, ni por asomo, habló bable". Según sus palabras se trata de gestar una identidad. Me pregunto si podría ser que su propia identidad le haga ver lo que no es, o sea, escribir tamaño disparate.

Sin embargo hay argumentaciones más elaboradas. Francisco Bastida (LA NUEVA ESPAÑA, 7-11-2021), catedrático emérito de Derecho Constitucional, nos muestra un amplio argumentario en contra de la oficialidad, aunque no exclusivamente jurídico. En cuestiones meramente filológicas hace mención a especialistas que defienden que es un "aborto de lengua", dado el grado de normalización lingüística al que se le ha sometido (imagino que se refiere al proceso de normativización del idioma escrito). Quizás no sabe que la normativización se realiza en torno a alguna variante de la lengua, pero no únicamente con el asturiano, sino con todos los idiomas. Y dice que el asturiano, en plena formación, no llegó a nacer por la irrupción del castellano. Hay que recordar que, con validez jurídica, el Fuero de Avilés es del siglo XI, hay textos escritos en siglos sucesivos, textos literarios en los siglos XVII, XVIII... Puede imaginarse que si hay documentación escrita, la presencia oral entre una población escasamente ilustrada sería importante.

El argumentario continúa con cuestiones identitarias, reconociendo como signos de identidad asturiana la sidra, la fabada o el "Asturias, Patria Querida", pero negando que el asturiano lo sea "...y de ahí que se rechace hacer oficial algo que no es real en la vida social asturiana, y que causa división y no consenso". Y más adelante se pregunta por los asturianos que tienen como lengua materna el bable o el asturiano (erróneamente diferencia ambos). Sobre la realidad o no del asturiano, me remito a las sucesivas encuestas sociolingüísticas de Asturies, alguna encargada directamente por el Gobierno asturiano: ¿serán, entonces, cientos de miles de asturianos los que no sean reales? Para no existir, está recogido el asturiano en la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minoritarias. Quizás sea que en esta época negacionista todo se puede defender, más allá de lo evidente.

Se sigue con afirmaciones sesgadamente erróneas, diferenciando al asturiano o bable de las variantes del asturiano, para defender otra vez que es una lengua de laboratorio. Todo esto recuerda a los "sensatos y pensantes" de hace ya años, que defendían las variantes pero negaban el asturiano. Se cuestiona que no se use el término bable (el Consejo de Europa aconseja el término asturiano en vez de bable). Sobre la vulneración de derechos, indica la supuesta persecución a quienes desean expresarse en bable, calificando como anecdóticos los impedimentos hacia el uso del asturiano. Olvida que cada impedimento, uno solo, es grave en sí mismo: se están incumpliendo derechos que tiene la población asturhablante. Hay un pasado de renuncias y dejadez a defender el asturiano: a nuestros antepasados se les castigaba por hablar en asturiano, se fue generalizando la idea de que si querías progresar socialmente, mejor te olvidabas de usar el asturiano en determinados ámbitos, y otras cuestiones de índole política y social. Pero no es así, señor Bastida, son muchos los casos de imposibilidad para usar en libertad la lengua asturiana. Sobremanera, porque las leyes no nos amparan.

Cita la ley de 1998 y que, a pesar de las medidas de promoción del asturiano (educativas, institucionales y de medios de comunicación social), no han contribuido a la extensión del asturiano. Sí, es cierto, no han contribuido. La ley no contó con el correspondiente reglamento que la desarrollara. Y aun así, sería claramente insuficiente. Por eso reclamamos que, como en el resto de comunidades autónomas, se apruebe la oficialidad.

Por último dice que la lengua crea identidad política. ¿Tiene miedo a la supuesta pérdida de identidad política española por la aprobación de la oficialidad? En Galicia, Comunidad Valenciana o Islas Baleares gobernaron y están gobernando partidos no nacionalistas. No parece que en Asturies vaya a pasar otra cosa distinta. Pero en todo caso, trate a los asturianos como personas y no intente amedrentar con suposiciones. Los asturianos serán lo que quieren llegar a ser. Es lo democrático.

¿Y sabe usted de lo que no habla, supongo que porque no tiene nada que decir? De la emoción que nos produce hablar en asturiano, decir las palabras que cuando era pequeño oíamos a nuestros familiares y vecinos, del gusto que sientes cuando en un pueblo o en un barrio sientes decir estas palabras en un idioma que fue y es nuestro, y que sin ninguna duda va a seguir siéndolo. Lo siento, usted se lo pierde.

Por todo ello, con orgullo, sin pedir disculpas a nadie, defiendo la oficialidad. Y como ciudadano, la exijo.

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