Discrepar es saludable y democrático
Ateniéndonos a las cifras oficiales al 28-10-21, comprobamos que en España el porcentaje de vacunados con pauta completa es del 78,73% (37.315.511); le añadimos 12% de inmunizados naturalmente, y otro 8,67% correspondiente a la franja de edad de 0 a 9 años no vacunada (espero y deseo que haya una reflexión seria y no se lleve a efecto), y, a su vez, le sumamos el 2,61% de personas no vacunadas mayores de 50 años que no pueden, o no deben, o no quieren vacunarse. Redondeamos cifras orientativas resultantes a fecha 28-10-2021,y nos da que el 78,73% total vacunados-Inmunizados artificialmente son 37.300.000; el 12% inmunizados naturalmente son 5.700.000; el 8,67% pendiente franja de edad 0-9 años son 4.100.000, y el 2,61% de los 17,9 millones de más de 50 años que no se vacunan son 460.000. Conclusión: la discrepancia provacunas y antivacunas se reduce a la “conveniencia”, o no, de vacunar a 4,1 millones de niños de hasta 9 años, y la “exigencia” de vacunar a casi el medio millón de “malditos” de más de 50 años que no se quieren vacunar. ¿Y después qué?
El “conflicto” está en que de los 47,5 millones de españoles haya 460.000 insolidarios que, ¡vaya por Dios!, no van a vacunarse. Hasta me he quedado sin ideas en un intento de explicar en otras ocasiones la simplicidad de todo este asunto, pero la resistencia de algunos es imbatible.
Son los justos que llaman Justicia a que, de 47,5 millones, cuarenta y siete tengan todas las ventajas, derechos, prebendas, etc., y que, de esos 47,5 millones, haya medio millón que deban ser condenados al ostracismo social, a la negación de asistencia médica, a ser repudiados por sus familias y amigos, y, si hubiere lugar, al confinamiento perpetuo por mor de preservar la inmunidad de los “felizmente” vacunados, que nunca más se acordarán de los contagios del covid (por indetectables), del propio covid y de la madre del covid, sobre todo si consideramos que el 31 de diciembre desaparece el “sancta sanctorum” sentenciador de todos los contagios: la PCR.
Supongo y espero que los no vacunados no sean rodeados y fusilados al amanecer, por lo que nos veremos en un campo de cuarentena, o en la sala de psiquiatría, o en un centro de detención en alta mar... o, no sé, tal vez nos veamos en la calle, confraternizando con las decenas de miles de inmigrantes ilegales “sin vacunar”. Con mascarilla, claro.
Con un “prometedor” invierno de “Purga social” a la vuelta de la esquina, despidamos con un beso distópico la realidad orwelliana, y admitamos los hechos, reales y evidentes, para cualquier persona con una pizca de integridad. Errare humanum est.
A tal efecto, en un reciente estudio de “Nature” sobre la eficacia de las inyecciones de covid, los investigadores siguieron a 800.000 veteranos estadounidenses durante seis meses, después de recibir la vacuna. Constataron que entre marzo y noviembre, la efectividad de la Moderna cayó del 85 por ciento al 58 por ciento; la eficacia de Pfizer/BioNTech disminuyó del 87 por ciento al 45 por ciento y la eficacia de Johnson & Johnson cayó del 86 al 13 por ciento.
El epílogo a este importante estudio de “Nature” lo ponía hace unos días el “Washington Times”: “Si se tiene en cuenta la inmunidad natural, se podría argumentar que estas vacunas son casi inútiles”.
Como remate, le animo encarecidamente a que emplee un minuto de su tiempo en escuchar o leer la lección magistral e impagable sobre la idea de libertad que nos regaló el 20 de octubre de 2021 en el Parlamento Europeo la eurodiputada alemana Christine Anderson. Algunos incrédulos que se niegan a ver probablemente vean la luz.
Saludos cordiales.
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