Homenaje a mi librera
Cuando visito la librería de mi barrio sé que me llevaré una sonrisa y un buen libro. No solo eso: también me iré sabiendo algo nuevo, ya que mi librera siempre tiene algún dato curioso que contar.
Cuando no sé qué libro escoger cuento con las recomendaciones manuscritas de otros clientes, y si dudo sobre qué libro regalar Rosa se encarga de sugerirme el más adecuado con solo unas pocas preguntas.
Pasear entre las estanterías, hojear y admirar la belleza de las portadas de los cientos de libros hacen que el tiempo se pare. Pero lo mejor de visitar la librería es escuchar a mi librera. Me fascina oírla conversar de los temas más diversos, compartiendo con cada cliente la cultura y los conocimientos que solo los libros pueden aportar.
Por estas y más razones me hiela la sangre leer que el oficio de Rosa, el de librera, podría desaparecer en menos de 20 años.
¿Puede un algoritmo ofrecer la experiencia de la visita a la librería? Yo tengo claro que no, por eso seguiré visitando a mi librera.
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