Padre Chus
Buenos días:
Me llamo Gonzalo, ateo desde que tengo uso de razón y exalumno del Padre Chus durante toda mi educación secundaria en el RIESO Jovellanos. Como es presumible que no todo el mundo sepa que la asignatura de Religión en la educación actual, y en la mía, durante los noventa, es voluntaria, también creo necesario hacerlo constar. Ahora que ya conocen mi profundo ateísmo, la posibilidad que siempre tuve de no cursar Religión y que fui durante seis años fiel asistente a las clases de dicha asignatura, podrán empezar ustedes a entrever lo relevante que fue la figura del padre Chus para mí y para mis compañeros.
He cursado ESO, Bachiller, FP, Grado y Máster y he escuchado a decenas de profesores: jóvenes y viejos; flexibles y estrictos; motivados y desganados, pero, con verdadera voluntad pedagógica, con verdadero interés por mi futuro, pocos, muy pocos. Dentro de ese grupo incluiré siempre al padre Chus. En las clases de este señor no hacía falta hacer callar a nadie, todos estábamos atentos y en silencio porque nos hablaba de la vida real, de lo que había ahí fuera esperándonos, bueno o malo.
Entiendo que para muchas personas las clases de Religión deban ser una especie de misa adoctrinante, sin embargo, con Chus aprendíamos que las cosas no eran blancas o negras, nos hablaba de lo horrible de la guerra y de la venganza, de la importancia de los amigos y de que las drogas eran mierda que nos pudría el cerebro. Sí, señores, la primera persona que nos explicó qué era un porro y qué era la heroína y cómo destruía familias fue él, no puedo estar sino agradecido. Nunca jamás dejó de responder a una pregunta que le hicimos por inconveniente que fuera y por eso nunca pensé en cambiar la clase de Religión por la de estudio.
Cuando nació mi hijo, pese a mis reparos, decidimos bautizarlo. Mucho peso en esa decisión la tuvo el padre Chus: si puedes hacer feliz a tu familia con algo como un bautizo, aunque te repatee, por qué no lo vas a hacer... esas cosas nos la enseñó él. Le busqué, era 2013, demasiado tarde, la misma Iglesia que no dudó en ocultar miles de casos horribles por todo el mundo quería su cabeza públicamente.
Respeto enormemente a la Justicia y las decisiones que estén por venir, pero también respeto la presunción de inocencia y respeto al padre Chus, que me enseñó esos valores y, más importante aún, a prestar atención a los de los demás.
Comentando esta situación con un amigo, me decía: "¡Todo el mundo dice de todo sobre Chus ahora! Pero durante esos años ni nos ofreció nunca drogas ni nos invitó a orgías, ¿qué hicimos mal?".
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